Dolor de cabeza (30/12/09)

- Sí... pero no podremos verle cuando... se vaya

-... No lo necesitamos... pero...

Suspiro.

-Mejor será en el auditorio... con los espejos.

Pienso, cabizbaja, que esto debería ser con sus compañeros alrededor.

-... Sólo se me ocurre que permanezcamos a su lado.... hasta que amanezca.

- ¿Me puedes sacar ya de aquí, hermano? - pide agarrando los barrotes.

Miro mi reloj. No puede faltar mucho para el amanecer... ha sido una noche muy larga.

-... Creo que sí...

Abro la celda.

-Id los dos al auditorio. Yo les diré a los ghouls que traigan el cuerpo.

-De acuerdo, ¿vamos Basile?

Basile acompaña a Berenice al auditorio.

- Uf... algo de espacio, por fín.

Me acerco a Raul.

-Necesito que llevéis el cadaver al auditorio...

Maldita sea.

-... Y... procurad tratarlo con respeto -le digo, y después voy al salón.

-Vamos a dejar que le toque el sol en el auditorio, con los espejos...

Miro el auditorio... pensando en la última vez que lo vi. Sin embargo, no siento miedo. Sé que no debo preocuparme si no hago lo que no debo... Pero por otra parte, me entristece pensar que en un lugar donde se demuestra el bello Arte, esconda una sorpresa tan... mortal. Me pregunto si la noche en que ejecuten a Arnold será así... y eso si me produce un escalofrío. Permanezco silenciosa ante las palabras de Basile, deseando que no tenga que volver... y tampoco hago ningún comentario respecto a lo del cadáver. Marcus... es otro compañero que no volverá a casa.

Los ghouls obedecen.

- De acuerdo, como gustes... Supongo que no puedo acudir como público para aplaudir ¿no? - sonríe ante su humor negro, con un punto de malicia casi infantil.

Me muerdo la lengua. ¿Cómo puede considerar algo así un espectaculo?

Mis ojos se llenan de desprecio y decepción cuando se comporta así. No digo nada, sólo me quedo unos segundos mirándole, y después salgo por la puerta.

Voy al auditorio.

En el auditorio, los ghouls colocan en su puesto al fallecido, y preparan los espejos.

Una vez los ghouls terminan y se van, miro el cuerpo. Todo por culpa de los moteros y de los hombres de ese ventrue avaricioso.

-... ¿Alguien quiere decir algo? -digo, mirando al cuerpo, en voz baja.

No muestro emoción alguna. Mis ojos son los únicos que revelan la verdad... No era que me estuviese volviendo insensible. Nunca dejaré de sentir algo así en este tipo de situaciones... pero me estoy acostumbrando a sentirme así.

Miro de reojo a Basile... tal vez él quiera decirlo. Yo tal vez... pero primero quiero ver su reacción.

- No le conocía mucho así que... sólo... Adios, hermano. Moriste en pie y luchando.

Yo tampoco tengo mucho que decir. Miro hacia arriba, al espejo que borrará su cuerpo sin vida. Decir algún pasaje de la biblia o algo así sería apropiado... pero no sé ninguno.

-... Que un... haz de luz caliente tu alma -digo, desganado, serio.

Pienso en todos mis compañeros caidos... y en aquellos que cayeron a nuestras manos. No he olvidado a ninguno.

-Nadie está completamente muerto si queda alguien para recordarlo. Marcus, no nos conocimos, pero hay algo de lo que estoy segura. Tus camaradas no te olvidaran, y seguirán luchando para que, estes donde estes, veas como logran que tus sueños se cumplan. Que eres importante para ellos, aunque tu ya no estes aquí. Y que, en el fondo, saben que no los has abandonado del todo, pues eras parte de su familia. Descansa en paz, Marcus, en esta vida ya has cumplido.

- ¿Puedo probar yo? - pregunta apoyado en la entrada Antón.

Mi rostro se endurece en cuento oigo su voz. Le miro de reojo, no respondo.

Yo tampoco digo nada. Seguramente no vaya a decir nada agradable. Para él no es más que un anarquista, y no ve más allá de eso.

Ante vuestra muda disconformidad, avanza.

- Anarquista... - dice negando con la cabeza - Tu existencia maldita, como la de todos nosotros, no estaba hecha para este mundo que acabas de abandonar. Has muerto por amor, por amor a tu hermana, espero que Dios, si se digna a juzgarte, lo tenga en cuenta al valorar tu indómito espíritu. Igual que no te dejaste doblegar en tu no-vida, sé que no permitirás que este cambio te venza. Camina en paz hacia la noche eterna, hijo de la oscuridad.

Conforme habla, mis ojos van dirigiéndose despacio al cadaver. Cada palabra que dice Antón es cierta, pero estoy seguro de que él ni las siente, porque no es nadie para él.

Pero no le puedo culpar... Por lo menos, ha demostrado respeto por su muerte.

Según dice esas palabras, no puedo evitar dejar de mirar el cadáver y mirarlo a él, sorprendida.

//Perc+emp, 1fdv//

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