Decisión 31/12/09

- ¡Sácalo de aquí de una maldita vez! - dice Antón perdiendo la paciencia.

- Madre, me quieren llevar, los Camarilla me quieren llevar - dice como si hablase del hombre del saco - Ayúdame, ayúdame - dice sin soltarla. Sólo Dios sabe lo que piensa que vais a hacerle.

Mierda con el niño.... Le obligo a mirarme.

-Escuchame atentamente. Ese hombre ha estado a punto de despedazarte con las garras, y no lo ha hecho. ¿Qué crees que te vamos a hacer? Y no sé que te ha contado tú madre de la camarilla, pero seguro que solo te ha dado su versión, y no te "quiero llevar", te quiero salvar. Y ni se te ocurra reprocharme que tu madre está muerta, porque vosotros habeís matado a mi padre, habeís matado a mi madre, y en última instancia, me habeís matado a mí. Así que no me protestes cuando quiero salvarte, cuidarte y protegerte. Vas a venir conmigo, ahora.

El niño intenta zafarse, y Basile acude en tu ayuda, antes de que Antón pierda definitivamente la paciencia, lo saca del cuarto.

- ¿Dónde le llevamos?

-¿Sinceramente? No lo sé, Basile, y no quiero meterlo en las celdas-Entonces me acuerdo de algo.- Ay dios mio... Pequeño, por favor, responde, seguro que tú madre te habló de lo que te podría pasar si no duermes sobre tierra de tu tierra natal... Vas a dormir en esta casa durante el día... ¿Eres frances?

Los ghouls me dejan en mi cuarto, y les pido que me dejen sólo... Nunca me había sentido tan horrorizado al matar a alguien. Me mata por dentro.

Camino despacio hasta el baño, me quito la ropa ensangrentada y entro en la ducha.

El agua no tarda en teñirse de rojo, y mi cuerpo copo a poco acaba limpio... acabo con las manos apoyadas en la pared de la ducha, con la cabeza baja, bajo el chorro.

Empiezo a sollozar... lloro, dejando que la angustia se manifieste en mis ojos. Las lágrimas caen al agua, que la manchaban como el aceite mientras eran engullidas por el desague.

-Dios... ayúdame... -logro decir, desesperado, ahogado en mi propio dolor-... Por favor...

El niño sigue debatiéndose, sin responder, y Basile le da un golpe fuerte y seco.

- ¡Somos franceses! - responde antes de echarse a llorar, aunque trata de aguantar el dolor.

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Sin saber muy bien porqué, siente un calor interior, como si Dios te estuviera respondiendo, y reconfortando tu espíritu de alguna forma.

-¡Basile!-Digo cuando veo el golpe que le mete. Joder, que lo desnuca... Abrazo al niño, con firmeza, pero con ternura.- Eh, eh, pequeño, ya vale. Menos mal... No me hubiera gustado levantarme y ver que estabas mal... Deja de debatirte. Ahora mismo no le debes nada a nadie, ni al Sabbat, ni a la Camarilla. No pienses en eso. Acabas de perder a personas importantes para ti... sé lo que se siente... simplemente llora todo lo que quieras, ¿vale? Mañana será otra noche.-Inconscientemente, a mi se me cae una lágrima de vez en cuando. No puedo evitarlo... lo intento, pero no me doy cuenta ni de que caen.

El niño se deja proteger por ti, dados los prontos de Basile, aunque no dice nada.

Creo que este niño es más listo que otra cosa...

-Oye, ¿en serio crees que te quiero hacer daño, que te quiero manipular o algo?

Parece que prefiere no responder.

- ¿Le hago contestar? - pregunta Basile.

-Lo siento... -digo entre sollozos.

Entonces lo noto... no sé lo que es... como si estuviera intentando consolarme... Pienso en todos los que me rodean, en todos a los que quiero.

-Tengo que ser fuerte... -me digo a mi mismo, dejando de llorar poco a poco, pero me tiembla la voz-... Tengo que ser fuerte...

Termino de ducharme... en silencio me empiezo a vestir, y me siento en la cama cuando acabo. Acabo inclinado hacia delante, con las manos en la cara.

-... No sé que hacer...

Pero tengo que seguir adelante... como sea...

-No. La respuesta es bastante obvia.-Me giro, en dirección a mi habitación.- Basile, ¿puedes conseguir algo de sangre? Esta trifulca me ha costado bastante. Después ven a mi habitación, y por favor, quedate. También te agradecería unas vendas... esta herida que le has hecho va a tardar unos días en curarla.

- De acuerdo... pero es una mascota peligrosa, Berenice, no lo olvides. No soy Antón pero... Mano dura - dice antes de irse a por sangre y vendas.

Mano dura... lo miro un momento. ¿En serio voy a tener que pegar a un niño? Me lo llevo a mi habitación. Cierro la puerta tras de mi y dejo al niño en la cama.

-¿Vas a decirme tú nombre o tengo que seguir llamándote "pequeño"?

En cuanto le sueltas se va a una esquina de la cama y se abraza las piernas. No responde.

Tengo que pensar... tengo que ver qué es lo que hago.

La célula del sabbat está muerta, o de momento es lo que parece... No sé cuanto hemos perdido... y no sé si se podrá recuperar algo.

... Quiero ayudar a Berenice, compensarla de alguna forma, pero no sé cómo... Y Antón... su casa estará hecha polvo con esto... y no sé cuantos de sus ghouls habrán muerto también.

Lo único que podríamos hacer ahora es usar esto para ganar cierto reconocimiento en el Eliseo, pero es lo que menos me interesa ahora... Sólo quiero... arreglar las cosas.

Salgo del cuarto... voy al comedor, con cuidado de no caerme... necesito beber... necesito recuperarme...

La sangre siempre está dispuesta allí para ti... y tu padre también, que te examina preocupado en cuanto llega, según te sirves la copa.

- ¿Estás mejor?

Bebo de la copa, despacio... dejo que me sane poco a poco con cada trago... pero por dentro no hay sangre que cure lo que siento.

-... Un poco...

Tener que ponerme... seria con este niño ahora.... "es una mascota peligrosa", ha dicho. Una mascota... "solo me queda no tratar a Lucía como una mascota". Mi espalda se apoya contra la puerta, y miro al techo, sin mirar nada. Me abrazo, inconscientemente mientras cae una lágrima. Duele. Duele. Duele incluso más que cuando los perdí a todos... y creía que también había perdido a Lucía. Tal vez sabía que estaba viva, lo intuía... pero ahora.... "Sólo quiero que se detenga. Quiero que no duela. Quiero dormir, un sueño tranquilo, sin monstruos, sin dolor... quiero que todo acabe". Pero está el niño. Sólo yo quiero que viva el niño. Sólo yo.

-¿Por qué no me lo preguntas?.-digo, bajando la cabeza. Mi mirada es vacía, carente de sentimiento, muetra que estoy un poco ida.- Sé que te lo estas preguntando... pero tienes miedo, ¿verdad?, temes que te mate, te torture... Tienes mucha idea de cómo puede ser una tortura, ¿verdad? ¿Temes que esos gritos de socorro y desesperación los termines soltando tú?

El niño te mira, asustado, y se encoge aún más, abrazando las piernas, con la vista baja.

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- Me alegro, chiquillo - se acerca, ligeramente aliviado, y aún mirándote con recelo, como si temiera que fueses a cometer una locura.

Me acerco a él... y le acaricio la cabeza, revolviendole un poco el pelo, como hacía Lucía conmigo.

-No era una amenaza, era una pregunta. Pero tienes algo en lo que pensar, ¿no crees? ¿Cuántas veces has oido esos gritos? ¿Cuántas veces te ha parecido divertido? Pero ahora no es tan divertido ¿no crees?

-... Nunca he sentido tanto horror al matar a alguien... -digo, sentándome en el sillón, dando otro trago-... Fue como si... todas las personas que he matado en la vida y en la muerte pasaran por mí...

Cierro los ojos.

-... No sé cómo compensar a Berenice...

Sigue sin responder, aunque sí parece estar pensándolo.

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- Ella... necesita alguien de quien cuidar... quizás deberiamos dejar que se hiciera un chiquillo

Me siento a su lado, y le abrazo, en silencio, acariciandole la cabeza... despacio.

- ¿Dónde está mi hermano? - susurra, tan bajo que a penas puedes oírle, y quizás es lo que quiere, no tener que saber la respuesta.