Opciones... (2/1/10)

Al meterme, retrocedo hasta darme un buen golpe en los barrotes de atrás, tratando de contenerla.

-¿Cómo puede? ¿Cómo puede hacer algo semejante? ¡Está aterrorizado, en su aura sólo hay terror, está débil y completamente indefenso!- otro rugido se me escapa, y acto seguido me tiro a uno de los laterales de la jaula, el que sea, tratando de aturdirme o algo, cualquier cosa para que esta cosa que tengo dentro no salga...

El ghoul regresa.

- Puede pasar, señor, pero sólo usted.

Cuando entras, ves a Antón, con uno de los atizadores en la mano, está apoyado en él, como si fuera un bastón.

A sus pies está Arnold, en el suelo, apoyado en la rodilla y la mano que le quedan, encogido.

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- Cálmate, Berenice... Curtis lo arreglará... - responde, aunque no muy seguro.

-Más le vale. Más le vale Basile, porque sino... Estoy caminando en una línea muy delgada... no solo de la Bestia...-No logro impedir que salga otro rugido. Comienzo a pegarme con la cabeza contra uno de los barrotes, tratando que la Bestia se calle, hasta que me sale un hilillo de sangre de ella....

- Para, así sólo conseguirás hacerte daño...

-¡Si no lo hago me va a devorar!-Digo, agarrando con fuerza los barrotes.- ¿Así que lo que hacen los tzimisces está mal, eh? ¿por qué se divierten a costa de los débiles? ¿Y qué es lo que está haciendo Antón?- Vuelve a subirme un rugido de la Bestia. Me impulso de nuevo al lado contrario, esta vez me relbalo hasta el suelo y me agarro a los barrotes de atrás.- Joder... ¿Qué hago con ella Basile, qué hago?

-Trata de calmarla. Piensa en el niño. Si te revelas contra Antón, morirán ambos.

-Le dije que no iba a torturarle, ¡LE DIJE QUE NO IBAN A TORTURARLE!-Cierro los ojos. Esto no va bien.- El niño.... el niño.... el niño...

Respiro agitadamente, tratando de ir pausándola.... parece que se calma un poco... pero la noto ahí , expectante.

- Eso es... Muy bien, Berenice.

Le veo con el atizador, y a Arnold derrengado y medio muerto. No creo que pueda sentir horror por lo que está haciendo... pero esto son cosas que...

-... ¿Qué ha pasado? -digo, en voz baja. Aun se me nota desprecio cuando miro a Arnold... pero también siento un poco de lástima.

No respondo. Sigo con los ojos fuertemente cerrados, pensando en lo que pasará si hago alguna tontería. Poco a poco logro calmarla... pero sé que si Antón se pasa... no lograré contenterla.

- Nada - contesta Antón - Estoy saludando al nuevo inquilino - dice, dándole unas palmaditas en la cabeza, como haría con un perro, que hacen que Arnold agaché un poco más la cabeza como... como un perro con el rabo entre las piernas.

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- ¿Conseguista calmar al niño?

-Creo que sí... pero no sé como estará tras vernos salir así.

-... ¿Desde cuando se saluda con un atizador? -pregunto. En el mismo tono que antes. No estoy muy seguro de si debo parar esto.

Por mi cabeza pasa aquella escena, en la que ví cómo Antón y Basile traumatizaban al pobre Frank... pero esto era distinto. Arnold se lo merece...

-... Nosotros no somos así.

- ¿Crees que hará alguna tontería?

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- ¿No? Yo saludo con un atizador a todos los que tratan de matar a mis acogidos... es una vieja costumbre - responde, con rencor.

Arnold, en el suelo, se mantiene inmóvil, en una actitud absolutamente sumisa.

- Además... es por protección, ha intentado atacarme. Claro que su intención no era golpearme si no provocarme para que le matase... pero ya le he explicado que eso no va a suceder. Va a vivir mucho, mucho tiempo.

Me acerco despacio, hasta una distancia prudente.

-... ¿Te habría atacado si la celda estuviese cerrada?

Es obvio que buscaba desquitarse con él, por eso le dio la oportunidad para atacarle y poder defenderse.

-... Puede que se lo merezca todo, por lo que ha hecho... Pero nosotros no somos torturadores. No somos como ellos -digo, mirando con desprecio a Arnold.

- A lo mejor tú no - responde Antón, levantando el atizador, y apoyando la parte puntiaguda en su hombro - pero te aseguro que conmigo se va a arrepentir de lo que hizo - añade, apoyando su peso sobre el atizador, que se clava en la piel y el músculo del prisionero, atravesándole la clavícula. Arnold, ahoga un grito, bufa aguantando en dolor, y no se mueve ni un milímetro de la posición.

Frunzo el ceño, mirando a un lado. ¿Qué le digo para que pare?

-... Carlo... para... -digo, con desagrado ante lo que veo-... No te rebajes a lo que hacen ellos con sus prisioneros.

Aunque en realidad, lo que hacen a sus prisioneros convierte esto en un salón de masajes.

Vuelvo a mirarle.

-... Además... Es el "juguete" de Berenice... y de nada le servirá si terminas de romperlo...

- Ya te lo he dicho, no voy a terminar de romperlo, sólo...

El brazo de Arnold no soporta más el peso y el dolor, se dobla y, como es su único brazo, cae de boca contra el suelo. Se le saltan un par de dientes y Antón casi se cae al suelo.

- Ups - sonríe - Se rompió... pero no del todo - añade, meneando un poco el atizador antes de sacarlo, provocando que Arnold ahoge sus gemidos de dolor.

-... Esto es inhumano... Puede que los Sabbats sean crueles y abusivos, y eso en su lado bueno, pero el Tailon no nos hace mejores que ellos.

Uno de mis brazos se eleva y le apunta, con la palma hacia arriba.

-... Por favor... dame ese atizador.

Él te mira. Hay verdadero odio en sus ojos, aunque no hacia ti. Antes de dártelo, lo levanta como un palo de golf y lo golpéa, con toda la velocidad de la que es capaz, contra la cabeza del prisionero, que da una voltereta y empieza a derramar sangre.

- Toma - dice entregándotelo, luego se agacha al lado de Arnold - Esto ha sido sólo un juego... estoy esperando una excusa, sólo una, para descargarme contra ti, Sabbat.

El tacto del acero bañado de sangre en mi mano... Algo se agita en mí, no sé si es asco o excitación ante la sangre antigua de Arnold... pero no me dejo llevar.

-... Por favor... márchate... -digo, con la mirada en el suelo bajo mis pies-... y deja que Berenice le baje sangre antes de que... entre en letargo.

No es verguenza lo que siento. En realidad, Antón hace lo que cree que es correcto, devolverle todo el daño que ha causado... pero... no puedo evitar sentir que la tortura está mal.

Cojo el cuerpo de Arnold, y vuelvo a meterlo en la celda.

Tienes que "perseguirle" un poco porque se aleja arrastrñandose de ti cuando vas a cogerle, pero no se resiste cuando lo haces.

Hago que quede con al espalda apoyada contra la pared de la celda, agarrándole por el cuello. Coloco la punta del atizador en su estómago, no quiero ninguna reacción suicida.

-... No pienso disculparme por lo que ha pasado aquí. Te mereces esto y mucho más por todo el dolor que has causado... -digo, mirándole con asco.

No me temblaria la mano si tuviese que golpearle.

-Pero no todos somos como tú.

Espero que Antón se haya ido ya.

Arnold no responde, a penas es consciente de su entorno, pero mantiene la cabeza baja y tiembla ligeramente.

-¿Qué te pasa? ¿Ahora tienes miedo? Aun no has sentido ni la mitad que las víctimas a tus manos y las de Petra.

Vuelvo a mirarle a los ojos.

-... Berenice ve algo en tí. Cree que aun queda algo en ese montón de mierda que eres, que merece ser rescatado. Yo todavía no he visto remordimiento siquiera en tí, pero confio en ella... así que si perjudicas a Berenice o a cualquier otro cercano a mi, esto te parecerá un puto salón de masajes, porque acabaré contigo, y con toda tu puta raza de animales.

Lo empujo a un lado, sin demasiada fuerza (o sin la que me gustaría), y cierro la celda, con él dentro.