Momentos de fe (8/01/10)

- Puedes confiar en mí, jefe.

-Ya lo hago... Venga, marcharos -digo, dándole un pequeño palmetazo en el hombro.

Entro de nuevo. No sé cuanto falta antes de que lleguen... Antón podrá ocuparse de Claire... toca Emile.

Subo a la habitación.

- Hola, Curtis... - se te acerca en actitud cariñosa.

Sonrio, aunque me cuesta un poco.

-Buenas noches Emile... ¿Qué tal te encuentras?

- Creo que mucho mejor... - dice apoyándose en tu pecho.

No puedo evitarlo. La beso, como si esa fuese la última vez que tubiese una oportunidad.

-... Te quiero, Emile.

Nos acercamos a la casa de Antón. No ha vuelto a decirme nada. Debe estar muy cabreado... aunque ahora no sé si es simplemente por lo del niño, por mis palabras o porque al final haya acabado con un "mi principe". A lo mejor algo de lo que le he dicho le ha llegado y como protección se ha enfadado. No sé. Sea como sea, es muy probable que los haya condenado a todos.

Ella corresponde a tu beso, lugo te mira.

- Qué fogoso... - dice con una sonrisa píara - Yo también te amo.

- Ya llegan - oyes decir a un ghoul.

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En uto parais, un ghoul sale de la casa para abriros las puertas del coche.

Salgo del coche en silencio. Le dirijo una breve mirada, triste, pero no por lo que va a pasar. Sino porque lo que más he disfrutado de ayer... definitivamente ha sido los momentos en los que me ha demostrado que era él. Esa sonrisa pícara, el amago de sonrisa triste. La leve sonrisa cuando le he dicho que quería quedarme. Ese cariño que le tiene al río y esa pasión que siente por las estrellas. No creo que lo entienda verdaderamente.

Cierro los ojos.

-Ahora mísmo voy.

Miro a Emile. La vuelvo a besar.

-... Emile... escúchame atentamente... si me quieres... Espérame aquí... no salgas de la habitación...

Emile te mira y asiente, con aspecto algo preocupado.

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Enseguida os abren paso hasta el Hall y los ghouls os ruegan que espereis unos segundos.

Espero, con el corazón encogido. Esto no puede acabar bien...

Dios... estoy en el filo...

-Espera aquí... volveré.

Le dedico una sonrisa, para calmarla un poco, y entonces cierro la puerta.

Inspiro y expiro una vez, léntamente, y bajo, siguiendo al ghoul.

Al llegar a la escalera Antón te da alcance, y baja un paso por delante de ti.

A penas ha pasado un minuto desde que el Príncipe llegó hasta que se ve bajar a los dos, Antón y Curtis.

- Es un honor recibiros en mi casa, señor... de nuevo.

- Yo no diría que un honor. Al parecer habeis estado encubriéndome cosas, a pesar de vuestros hipócritas halagos.

Ay, madre, aquí se va a armar la de Dios es Cristo. La va a palmar hasta el apuntador...

-Señor, por favor, le repito que lo del niño es culpa mia.

Me arrodillo nada más llegar, antes de que empiecen a hablar. Sin embargo, me da un escalofrio cuando el principe habla así.

*Joder... lo hicimos por humanidad... por clemencia... por lástima...*

No puedo hablar... soy el que menos tiene derecho a hablar en esta situación...

Anton tampoco sabe muy bien qué hacer frente a la actitud del Príncipe.

- Le ruego que tenga en consideración el hecho de que...

- Silencio. No tenéis derecho a rogar nada. Tráelo ante mí, mujer - dice a Berenice, atravesándola con la mirada ahora que por fin se digna a mirarla de nuevo. Luego se vuelve hacia Curtis - Admito que no esperaba de alguien en tan precaria posición que actuase de forma tan estúpidamente temeraria.

Vaya... ahora no tengo ni nombre... genial. Le miro un momento mientras digo.

-Sí, señor.

Subo a la habitación.

Elliot está allí, inquieto. Te mira al entrar.

Me acerco a él y le abrazo con fuerza.

-Escucha, Elliot. Ahora más que nunca tienes que comportarte como un adulto. No cometas ninguna tontería, muestrate respetuoso y educado en todo momento. Haz lo que se te diga y responde a lo que te pregunten. Por favor, Elliot.

Dios... no sé qué hacer para arreglar esto.

-... ¿Puedo pediros... permiso para hablar, mi principe?

No levanto la mirada, sigo en esa pose con la rodilla y la mano en el suelo, con la cabeza baja.

El Príncipe achica los ojos al mirarte.

- Tú sabrás lo que te conviene, Lasombra, pero concedido.

Elije bien tus palabras por una vez, Curtis...

-... Señor... no toleramos la vida de... ese niño con animo de traicionarle a usted...

Cierro los ojos, y trago saliva.

-... Lo hicimos porque... su muerte... destruiría a Berenice...

- Yo apostaría a que será capaz de recuperarse, Lasombra, pero supongo que pronto lo averiguaremos. Tú mejor que nadie, Sabbat, deberías saber que somos capaces de superar muertes, errores y dificultades. - se acerca unos pasos a ti.

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- ¿Qué... pasa?... - pregunta Elliot, asustado.

Le acaricio la cabeza con ternura. Tal vez sea la última vez que lo haga.

-Vas a ver... a alguien muy importante. Alguien que puede decidir nuestros destinos esta noche.-me separo y le miro.- Escucha, yo voy a pelear por ti hasta el final, ¿vale? Pero esto es algo que tenemos que hacer los dos. Se listo, no digas nada que pueda ser mínimamente insolente, se respetuoso y aguanta la pedrada. ¿Lo harás?