Dos por uno 09/01/10

Finalmente, Antón no me llamó y llegó el amanecer. La... "otra" no volvió a hablarme en toda la noche, pero casi fue peor: la sentía ahí, una presencia que vagaba por mi mente, esperando, tal vez, una oportunidad mejor para hacerse notar, mientras yo me inquietaba más por ella, por no saber por qué estaba de repente rondando mi mente, y por qué apareció en aquel momento en el que el Príncipe le rompía la mandibula a Curtis, mientras este rogaba porque no... me destruyera. No sé por qué, pero... si tuviera que definir lo que sentí en ese momento, lo definiría como una ruptura. Realmente sentí que se rompía algo. Pero no entiendo todas las implicaciones de esa voz.

Sabía que las pesadillas serían peores. Sabía que esta vez me costaría más despertarme. Sabía que ella estaría allí. Saberlo no sirvió para que lo sobrellevara mejor.

Como siempre, al empezar, yo estoy en las lindes de la fiesta, mirando, vigilando. Calculando cuantas armas había y quién llevaba quién, quién sería más fuerte, quién correría menos, quién tendría, tal vez, alguna herida que pudiera usar en su contra... Aquella noche estaba paranoica completamente. No sabría como definirlo. Tenía un mal presentimiento. Normalmente los tenía, pero... aquella noche era peor. Pero claro, pasar siempre pasaba algo, probablemente eso significaría que lo de esta noche iba a ser un bombazo. Solo que para mi el "bombazo" estaba dentro de los límites de la lógica. Nada de chupasangres, joder.
Alguien me agarra. Dos personas. No puedo resistirme. Me agarran y me atan en el escenario, donde estaban tocando una música heavy, que, al estar tan cerca, hace que parezca que me van a reventar los tímpanos. Nadie me ve. Nadie se da cuenta de que me están atando, me encadenan a una pared desde la cual puedo ver perfectamente lo que sucede abajo. Quiero gritarles. Quiero advertirles. Los veo. Miradas depredadoras, sonrisas crueles, todos esperando para saltar sobre sus presas. Sé quienes son, lo he rememorado demasiadas veces como para no saber quienes de ahí son vampiros o no. Voy a gritar y ambos me tapan la boca. Los miro. Una parte de mi subconsciente los reconoce, aunque no los haya visto nunca. Mis padres. La escena se para. En realidad los mortales se quedan quietos, como si alguien le hubiera dado al pause a una pelicula. Pero los vampiros se mueven. Me señalan y se ríen. No puedo liberarme. Me sacudo, desesperada, pero no puedo con las cadenas ni con... ni con mis padres, que me retienen ahí, para que vea lo que sucede.

-Dejame que te libere de todo esto.

Es ella. Está a mi lado. Oigo como quita el seguro a dos armas. La miro. Qué curioso... viste como cuando voy de caza... iba de caza. Está apoyada despreocupadamente en la pared, apuntando con dos autómaticas a mis padres. Es raro... es mi rostro... soy yo, pero no lo soy... no, no dejaré que esa parte de mi gane, no...

-Como quieras-dice encogiéndose de hombros, pero no deja de apuntar a mis padres. Ellos agarran mi rostro con dureza para que no vuelva a apartar la mirada de lo que quieren que vea.

Empiezan los gritos. Empieza la sangre. Sólo que esta vez, son más lentos, gastan más tiempo en hacerlos sufrir, en que sus últimos momentos sean un infierno hasta que piden a gritos que los maten. Ni siquiera puedo gritar de angustia, no puedo, no me dejan.

-Esto podría ser terriblemente sencillo. Vamos, dejame ayudarte. Parará el dolor. No habrá más gritos. Ni culpa, ni remordimientos. Nada pequeña, nada. Tu ya has pagado demasiado, no tienes por qué pagar más, ni verte bajo la sombra de nadie. Venga... lo sabes, en el fondo lo quieres. Si no yo no estaría aquí.-Su voz es dulce, melosa, seductora. Parece la voz de una gatita que quiere jugar, ocultando sus zarpas de leona. Niego con la cabeza, lo poco que puedo moverla.

Me sacudo. Intento liberarme con fuerza, mientras amargas lágrimas escapan de mis ojos. No puedo. No puedo hacer nada. Débil otra vez, impotente. Mi familia...

-¡Ayudanos!-Me gritan.- ¡Ayudanos!

No puedo...¡Por Dios, no puedo hacer nada!

-Vamos-me anima.-ayudate a ti misma y ayudalos a ellos. Déjame hacerlo.

No puedo dejarla salir. No debo hacerlo... no debo...

-¿No debes?-sonríe divertida. Entonces, el último muere con un agonico estertor. Mi cuerpo queda sin fuerzas, como si fuera de trapo. Sólo puedo llorar, ahogada en la desesperación.- Si esto no te ha gustado, lo que viene va a ser peor... ¿No te habrás olvidado de él, verdad?

Alzo la mirada, al oir los pasos de alguien que se abre camino entre el reguero de cadáveres mutilados. El resto de vampiros se hacen a un lado para que pase. Noto como un miedo todavía mayor me inunda por completo. Vuelvo a sacudirme, ¡tengo que huir!

-¡BERENICE! ¡AYUDA! ¡ME PROMETISTE QUE ME PROTEGERÍAS! ¡POR FAVOR, POR FAVOR, POR FAVOR!

¡Elliot! Lo busco con la mirada... Dios, no. Está atado a un potro de torturas... Y Pompignam... lo está atravesando, una y otra vez con distintas armas, pero él se regenera, y con una sonrisa empieza de nuevo. Intento debatirme, pero esta vez en su dirección. Pero no puedo... por el amor de Dios, basta ya...

-Eso es. Basta ya... yo soy ese "basta". Sólo tienes que dejarme hacer... vamos. Es la mejor solución para todos, lo sabes...

Entonces ese monsturo se planta delante de mi. Carga con algo... como si tuviera enrrollado algo muy grande en tela y se lo hubiera puesto encima para traerlo ante mi. Me sonrie. Entonces lo tira a mis pies, desenrrollandolo, para que caigan ante mi tres cadaveres. Las manos de mis padres ahogan un grito de desesperación y dolor. Lucía. Mi padre, que permanece con los ojos abiertos y acusadores. Curtis.

Curtis.

No puedo más. Saco mis colmillos y ataco como loca esas manos que no me dejan hablar. Noto en mi boca el sabor de la sangre. La sangre de mis padres. Finamente logro que las aparten.

-¡CURTIS!¡DESPIERTA, NO HAGAS EL TONTO! ¡TIENES QUE VOLVER, TIENES QUE REGRESAR VIVO!-oigo otro grito de Elliot.- ¡DETENTE, NO LE HAGAS MÁS DAÑO!- A lo que Pompignam me responde con una burla, y retorciendo un cuchillo en el estómago de Elliot, haciendo que grite aún más.- ¡¡¡PARAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!

-Eso es. Siénte esa furia, siéntela. Estás atada, indefensa, vulnerable.-entonces, el monstruo que tengo delante me propina un fuerte puñetazo en el estómago, y antes de que me doble como reflejo, me ha cogido de la barbilla y me ha estampado contra la pared. Noto como la sangre fluye a tráves de la herida. Duele. Todo duele demasiado. La "otra" vuelve a hablar.- Vamos. Sólo dímelo. Dí que quieres acabar con esto. Dí que no quieres volver a sentir más dolor. Dí la verdad. Dilo. Diles como te han destrozado. ¡Te han usado para aliviar sus pesares! ¡La buena de Berenice, que no odia, que todo perdona! ¡Vamos, dilo! ¡Diles cómo te han aplastado, humillado, herido, destruido! ¡Diselo y haz que paguen por todo lo que te han hecho! ¡Qué no te vuelvan a pisotear, Berenice, solo dime que quieres que te quite este dolor!

-No... ¡NO! ¡NO TE DEJARÉ, NO LO PERMITIRÉ, TÚ ERES UN MONSTRUO!

Sonríe.

-¿Quién lo dice? A, sí.-señala a mi padre con gesto de desdén.- El cuerpo presente este...

Empieza a torturarme. Ella se calla y él empieza a hacerme todo lo que le da la gana, mientras oigo los gritos de fondo de Elliot, y veo todos los cadáveres, toda la gente a la que quiero. Y cuando parece que al final, todo va a acabar, ella dice...

-Por cierto... tú y yo... somos la misma persona. ¿No lo sabías?

//Fdv//

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Despierto con un grito de agonía. Todavía tardo un rato en darme cuenta de que no estoy en la pesadilla, pero es que estoy cubierta de sangre.... Mi sangre... lágrimas se derraman por mi rostro, y he estado sudando sangre. No tanto, me doy cuenta, que como Arnold... pero mi cuerpo sufre de espasmos incontrolables producidos por el miedo y la desesperación. Por mi mente pasan una y otra vez las imágenes, y me doy cuenta, de que es ella la que me está forzando a rememorarlo.

-¡DEJAME EN PAZ!-grito, llevándome las manos al rostro, llorando de pura desesperación.-¡PARA, PARA POR DIOS, PARA!

"No, no voy a parar. Ni pienso irme de aquí. Nunca"

-¡¡NOOOOOOOOO!!

Entonces te das cuenta de que no estás sola en la estancia. Hay alguien más allí, sentada, en el suelo. Es Claire. No te mira, sólo mira al vacío.

Intento tranquilizarme. Intento serenarme. Sólo son pesadillas. No son reales. No lo son. Curtis no tiene porque estar muerto. Tengo que pensar que esto se puede arreglar, ser fuerte, ser más fuerte que ella.... poco a poco, parece que las imagenes remiten. Veo a Claire... ¿qué hace aquí? Pero lo que más me sorprende es que... ella... parece que se repliega un poco al verla. Como si tuviera curiosidad. Y ahora que lo pienso... a ella no tiene nada que reprochar.

-¿Claire? ¿qué... qué haces aquí? ¿Ha pasado algo?-Todavía estoy muy nerviosa. Pero tengo que.. tengo que moverme. No puedo quedarme quieta lamentándome, eso no sirve para nada. La otra... la otra está ahora callada. Tengo que aprovechar antes de que ataque.

Claire ladea la cabeza hacia donde estás, pero no te mira. Sigue en el suelo, abrazando sus piernas, con ese aspecto desolado, y la vez ajeno.

Me levanto y me acerco un poco a ella... pero me doy cuenta del aspecto que tengo. ¿Por qué tenemos que sudar sangre?

-¡Vaya! Qué... que pintas. Parezco salida de una pelicula gore... ¿Me das un minuto?-Digo intentando restar importancia al asunto. Se tiene que estar asustando con esto, pero... ¿si se asusta, que hace aquí? ¿No tiene su propia habitación? Sea lo que sea, no puedo hacer nada de esta manera. Me meto en el baño y me ducho rápidamente, cuidándome de quitar toda la sangre. Después salgo. Avanzo y me siento en el suelo, justo frente a ella.- Claire... sé que estas cosas no te gustan... y creéme, no quiero asustar a nadie... pero, ¿por qué estás aquí?

Ella levanta ligeramente la vista, sin alcanzar tu mirada, luego te señala.

-¿Por... por mi?-Digo sorprendida, señalandome. Claro, lo que está mal soy yo.- Perdoname Claire, no quería preocuparte. Además, sé que volviste muy asustada. Dime, ¿estás mejor? ¿Más tranquila?

Ella asiente, luego alarga las manos y te abraza. Su abrazo tiene un efecto sedante sobre tí, sobre tu dolor interno.

No sé cómo lo hace. Pero ya no... ya no duele tanto... Incluso... la otra se siente más apaciguada... La devuelvo el abrazo. Lo mal que lo está pasando y ha venido aquí a aliviarme. Eso demuestra que debo seguir luchando. No puedo hundirme.

"Es una buena chica"

"Es una buena chica"

Los dos pensamientos se entrelazan en uno solo, y por un momento no me siento una extraña conmigo misma.

-Gracias Claire... Ojala pudiera yo hacer lo mismo por ti. Eres una buena chica.

Traga saliva, aún sin soltarte, y escuchas tenuemente su voz.

- No... odies...

-No quiero odiar. No quiero hacerlo, de verdad.-susurro sin moverme.- El odio nunca lleva a nada bueno... solo destruye. He visto lo que hace el odio de primera mano, y llevo peleando con él desde que tengo memoria para que no me arrastre. Pero... no sé que me pasa, Claire. Yo sólo quiero... quiero mantener a salvo a los que quiero, sólo eso... y no puedo hacer nunca nada. Por mucho que haga... por mucho que sacrifique... al final todo desaparece. No sé que hacer...

- Haz... como yo... con Antón... Cúrale... - se separa y vuelve a su mutismo.

-¿Curar? ¿Curar a quién?-¿A quién se refiere? ¿A Elliot? ¿A Arnold? No entiendo...

Ya no responde nada más, sólo mira al suelo.

Me incorporo y le ofrezco una mano para ayudarla a levantarse.

-Anda, salgamos de aquí...-miro la cama, que se ha manchado por mi culpa.- Me parece que le he dado trabajo extra a los ghouls sin querer. Será mejor al menos no estar en medio. Y de todas formas... esta habitación es un poco triste.

Ella toma tu mano sin dejar de tener la perdida mirada paseándose por el suelo, se ayuda de ti para levantarse y se queda a tu lado, medio-meciéndose rítmicamente.

-... Oye, Claire ¿Hay algo más que te preocupe? Puedes contarmelo. Los problemas son menores cuando los compartes, y más llevaderos.

Ella no responde nada, sigue mirando al vacío, y sólo sonríe cuando su gato aparece, maullando.

-Hola pequeñin.-No puedo evitar decir al gato, con una sonrisa también y con cierto cariño. Es increible como ha permanecido al lado de Claire, además, juraría que no lo trajimos con nosotros. Ese animal es listo.- La verdad, que suerte... no sé como lo haces, Claire. A mi desde que me abrazaron no se me acercan los animales... como si fuera a hacerles algo-suspiro. Nunca he tratado con animales... es más, podía ser peligroso porque no sabía si tenían alguna enfermedad. Pero me gustaba observarlos cuando aún era humana, en la mansión de mi padre. Justo en ese momento en el que él aún no había despertado, las últimas horas del día. En el jardín se colaban varios gatos y había pájaros. Cuando empecé a dibujar, los dibujaba a ellos. Después del abrazo no volví a verlos. En teoría no debe ser algo muy grave, pero... no resultó nada agradable que se apartaran de mi como si fuera un bicho tan malo.- Es una monada... ¿tiene nombre?

Ella no responde, el gato te mira, y lanza un hondo maullido de advertencia, pero entonces se acerca a Claire y sube por ella hasta ponerse en sus hombro.

-Está bien, está bien.-digo levantando las manos, en señal de desarme.- Cojo la indirecta. No te preocupes, no voy a hacerte daño ni a ti ni a Claire. Pero me alegra que estes ahi para cuidarla.- Me dirijo a Claire.- Tengo que bajar al salón... ¿Vienes?

Frunce el ceño y, en cambio, prefiere dirigirse a su cuarto, como un fantasma, en sepulcral silencio.