Dos por uno 09/01/10

Él pone un gesto de desagrado, obviamente no es su tema favorito de conversación, pero al menos no parece enfadado cuando habla.

- Es una alimaña en mis tierras... - lo piensa un segundo y trata de traducirlo a algo más fácil de entender para una mujer de tu tiempo - Es una... cucaracha en mi cocina. Una cosa es que permita que viva escondida tras el armario, ocultándose temerosa cuando entro y enciendo la luz; y otra muy distinta es que pasee por encima de la mesa mientras estoy comiendo.

>> Detesto tener que soportar su presencia, la de los sabbat, exsabbbat, como quieras llamarlos, huelen igual... huelen a miedo y degradación. Es asqueroso - su gesto de repulsión te indica que efectivamente así lo siente - y su vida no tiene valor para mí, podría exterminar a todos los que se atreven a acercarse de las formas más horrendas, lentas y dolorosas, y no me importaría, como no les importa a los mortales cuánto sufren las ratas o los insectos a manos del exterminador. Que consienta en permitir aún su existencia deben agradecerlo a su predecesora Lasombra, ella demostró aún bajo persecución ser capaz de cumplir mis leyes y conceder mis caprichos mientras solventaba problemas y se ganaba un sitio en esta ciudad con el yugo en el cogote.

>> Y aún así ella no osa molestarme, nunca se persona ante mí, evita el Eiseo la mayoría de las veces y si por un casual nos cruzamos inmediatamente se aleja de mi presencia sin darme la espalda ni atreverse a levantar la vista. Así puede sobrevivir un ex-sabbat en mis tierras, no pidiendo nada, aunque sea piedad para ti.

-Ya veo.-Le miro con ojos y sonrisa triste.- No es capaz de ver más allá de eso...- Me recuesto sobre su pecho, tal y como estuve en el bar.- ¿Le importa si me quedo así un poco?

- En absoluto - responde, acogiéndote con sus brazos. Podrías estar así toda la vida... ¿no?

Podría, pero... ¿es esto lo que quiero? No dejo de pensar en Arnold. Sé que con el príncipe puedo llevar lo que se dice... una no-vida más o menos normal.... sin tantos problemas que cuidando de un ex-sabbat. Puede que duela menos... y creo que de verdad el príncipe me gusta... pero... no estoy segura de que sea lo que quiero. Necesito... necesito comprobar algo al llegar a casa... permanezco ahí, en silencio.

Cuando legas a casa, el choffer se apresura en abrirte la puerta.

El Príncipe se separa de ti.

- Buenas noches, Berenice...

-Buenas noches, señor.

Me separo de él y salgo del coche. Al entrar en la casa busco a Antón.

Antón está en el salón. Te observa al llegar, con mirada interrogante, algo turbada.

- ¿Todo bien?

Lo cierto es que todo esto me ha dejado un sabor agridulce. Creo que mejor no le voy a decir que sé que Villón le ha amenazado. No quiero que piense que es algo que voy a usar cuando lo necesite.

-Sí... bueno, conseguí que el Príncipe llamara a Pompignam para que dejara a Curtis y a Elliot en paz esta noche. ¿Y usted cómo está? Le veo algo turbado, ¿ha pasado algo?

- Curtis... - suspira - Daría cualquier cosa por sacarle de allí... pero no está en mi mano, por desgracia.

-Sé como se siente. Piense que al menos va a volver... por otra parte, no creo que Elliot sobreviva.- Las circunstancias de Arnold no son las mismas que la de Elliot. Hablando con Villón me he dado cuenta de que es un milagro que me permita mantener a Arnold. No creo que el mismo milagro se repita dos veces. Maldita Petra... tenías que dejarlo. Cualquier oportunidad que tuviera de librarse de sus padres y llevar una vida mejor se la quitaste cuando lo abrazaste. Los niños no están hechos para la noche. Ni siquiera creo que lo estemos los adultos... pero nos apañamos.- Si no me necesita para nada más, me retiraré.

En cuanto me diga que puedo irme, bajaré a las celdas. Tengo que ver a Arnold.

- ¿Seguro que estás bien, Berenice? - pregunta.

Le miro un largo momento.

-No. No lo estoy. Tengo que hacerme a la idea de que Elliot no va a salir de esta... y de que no sé como volverá Curtis.-e incluso si vuelve, de que nunca conseguirá realmente vivir como él quería.- Que por cierto, cuando vuelva es mejor que no vuelva a pedirle absolutamente nada al príncipe. Ni siquiera clemencia para otros, o sospecho que no se librará simplemente con una mandíbula rota.

Asiente.

- Ve a descansar.

-Si no le importa... quiero bajar al sótano primero.

- Adelante, por favor.

Hago una pequeña inclinación antes de irme.

Empiezo a andar hacia el sótano. Recuerdo el primer beso con Arnold. Él ya sabía lo que sentía... lo que quería. Lo del mordisco se le escapó, pero enseguida me pidió perdón... Y fui yo la que se tuvo que adelantar para besarle. Se esperó a mi decisión. Me adivirtió. Si iba a ser feliz lejos de él lo prefirió a que fuera desgraciada a su lado. No intentó que me uniera al Sabbat aunque para él era lo único verdadero, porque aunque pensara que fuera así, sabía que iba a ser mi ruina. No dudó de mí un instante. No lo hizo. Pero el príncipe... lo sabe. Realmente sabe lo que me duele todo esto. Me besó aún sabiendo que no tenía las cosas claras. Aún sabiendo que ahora me sentiría tan mal. Empiezo a acelerar el paso. Arnold no tocó a Lucía. Incluso estaba dispuesto a protegerla si era por mi bien, y odia a los humanos. Villón no fue capaz de aguantarse cuando le dio un puñetazo a Curtis. ¿Valió el momento de satisfacción que tuvo todo el dolor que me causó después? La pesadilla fue infernal... Noto como se me desliza una lágrima por la mejilla. Corro hacia el sótano, hacia la celda de Arnold. Necesito verle, lo necesito...

Arnold está acurrucado, en una esquina, a duras penas se arrodilla cuando llegas, sin levantar la cabeza.

Y mira lo que le han hecho... me han quitado una verdadera oportunidad de sacar lo bueno que hay en él. Me la han quitado con Elliot. Y todo por odio... Me sujeto a dos barrotes y me delizo hasta quedar de rodillas frente a él. Mis lágrimas se deslizan silenciosas.

-Arnold... lo he conseguido... ya no te va a molestar más.... ya no va a meterse en tu cabeza....

Tras un instante de intensa duda, se acerca a los barrotes, a tu lado.

No lo aguanto más. Me incorporo y abro la celda, tras lo cual vuelvo a arrodillarme y le abrazo con fuerza, llorando.

Él te devuelve el abrazo, y al final es él quien termina dándote consuelo.

- ¿Te.. ha hecho... algo?... - susurra, en una pregunta.

Ahora me doy cuenta. Lo sabía pero no lo entendía. El príncipe... Villón me gusta... ha sido bueno conmigo, me ha tratado bien, y Dios sabe que no ha habido mucha gente que haya hecho esas cosas por mi... pero a quien quiero es a Arnold. Es a quien necesito. Si antes me he recostado sobre él ha sido para comprobar si lo echaba de menos de la misma manera que echo de menos a Arnold casi cada momento... y no. No quiero volver a sus brazos. Quiero quedarme aquí. Puedo pasar toda la vida con Villón. Pero cambiaría toda mi eternidad sólo por poder volver a los brazos de Arnold una noche más.

-Yo te quiero a ti... quiero estar contigo... yo solo quiero estar contigo...

Arnold repite la pregunta, con un tinte de preocupación en la voz, buscando con sus ojos desgarrados los tuyos.

-No... no me ha hecho nada...-digo devolviéndole la mirada.- pero... Elliot... Arnold, se han llevado a Elliot, creo que lo van a matar... lo siento...

Arnold baja la vista, con el ánimo en ruinas.

- Es... el último... de mi manada...