Vuelta al trabajo (26/12/09)

Llegamos a casa de Antón sin tardar demasiado, lo bueno de la noche es que no hay ningun tráfico la mayoría de las veces.

Bajamos del coche, y cojo la pequeña maleta con el Stradivarius dentro.

-Hora de trabajar -murmuro, y voy con Emile a la casa.

Mis pesadillas me acosan... empiezo a no saber quien es el monstruo en ella... el de siempre o yo. Ronald pide clemencia... mi padre me señala con dedo acusador, todo lleno de sangre.

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Antón está en el salón, para no variar la costumbre, pero al verte sonríe y se levanta.

Sonrio a mi vez, al verle. Bueno, ya va siendo hora de terminar con la misión.

-Emile, ve a hacer tus labores -digo, antes de entrar en el salón. Entonces saludo a mi señor-... Buenas noches, padre.

Me levanto y voy al baño. Esto es horrible... y hoy empieza mi primer día como "señora". No me gusta nada la idea. Nunca he considerado que yo pueda estar por encima de nadie... Tras vestirme y arreglarme de forma elegante lo primero que hago es ver si encuentro a Curtis. Ayer ni le saludé... pero no tenía la noche, por decirlo de alguna manera. Voy a necesitar una habitación para Ronald... Aunque sea ahora mi ..."perro" no quiero mantenerlo en la jaula. Un premio por aguantar lo de ayer sin chistar... más o menos. Como diga algo hoy...

Curtis está en el salón, hablando con Antón.

- Siéntate chiquillo - invita, cordial - Siempre quise que te decantaras por alguna de las artes, pero no deseaba presionarte.

Una vez más, no voy a interrumpir la conversación. Eso sí, parece que Antón está de buen humor... Entonces bajaré primero con Ronald. Me dirijo al sótano.

Me siento, agradecido por la invitación, dejando el Stradivarius junto al sillón.

-... Bueno, necesitaba un hobby... la música me relaja bastante. Además, tal vez consiga mayor aceptación con ello.

Recuesto la espalda en el sillón.

-¿Qué tal fue ayer?

- Sin problemas, con Jorge estacado por inyección y el resto obedeciendo sin chistar. Tarde diez minutos.

Mi cara tuerce un poco el gesto en desagrado cuando menciona a Jorge...

-Crear siervos no es fácil... y más todavía cuando algunos no lo aceptan.

Suspiro.

-Les daré el último trago hoy. Así no tendré que tenerlos en el sótano -intento cambiar de tema-... ¿Basile descubrió algo?

- Aún no ha llamado - frunce el ceño - Ese chico se distrae con cualquier cosa. Tendré que enderezarlo.

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Ronald está en su jaula, en silencio.

No ha regenerado el brazo. ¿No sabrá hacerlo o no tendrá suficiente sangre? Esto hay que arreglarlo... y no estoy dispuesta a que Lucía lo alimente a él.

-Buenas noches.

Alzo las cejas. ¿No ha llamado?

-... Dudo que sea eso...

Mando un mensaje a Basile, "Llámame cuando puedas."

-Basile es de los que cumplen si está en su mano.

- Es un ex-anarquista, no puedes esperar mucho de él - dice con cierto desprecio.

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- Buenas noches, señora - dice levantándose de un salto.

Vale... parece que ayer cogio bien el mensaje... menos mal.

-Pásame la botella.

Frunzo un poco el ceño, y guardo el móvil.

-... Tú esperas mucho de mí, siendo ex-sabbat... que Basile fuese anarquista no me dice nada.

Me levanto. No muy molesto... hay que entenderle después de todo. Son muchos años con esas ideas y creencias sobre los demás. Tardará en cambiar.

-¿Una copa?

Ronald te la acerca de inmediato.

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- Sí, chiquillo, gracias.

Repito la operación. Vierto un poco de sangre y se la doy.

Sirvo una copa para cada uno, y le paso la suya.

-Confio en Basile y su criterio... Pero no tanto en su capacidad para mantenerse vivo.

- Me pasa lo contrario - dice bebiendo.

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Él bebe el último trago.

Veo como, en un último trago, queda atado a mí. Ahora es mi responsabilidad.

-Bien, Ronald. Te voy a hacer una serie de preguntas y me vas a constestar con completa sinceridad. La noche en que te recogimos dijises que eras cinturón negro, ¿es eso cierto?

- Soy cinturón marrón...

Uy...

-A ver, entonces, ¿Hasta que punto dirías que se te da bien pelear?

- Muy bien, señora.