Vuelta al trabajo (26/12/09)

- Sí, señor... no le dimos problemas, señor...

Acabaré sin cabeza por esto.

-... Oficialmente, en esa botella, estaba el tercer trago... Haréis como que sí os lo dí, pero seguiréis siendo dueños de vuestra voluntad... sí, Jorge, no seré tu amo...

Miro a Vic y a Mario, y luego vuelvo a Jorge.

-Este es el último voto de confianza que pongo en vosotros. Si la jodéis, vosotros dos acabáis en la calle, para que os maten otros, no yo... y tú Jorge, acabarás siendo mi siervo, y no temporalmente, si no por la eternidad.

Todos te miran sorprendidos, especialmente Jorge.

- No sé... como agradeceroslo, señor...

-Para empezar, callándoos la boca si alguien menciona vuestro vínculo -digo, apretando un poco los dientes-... Ya he arriesgado mucho por vosotros. Esta conversación y este secreto jamás saldrán de este sótano... ¿entendido?

Los miro atentamente.

-Actuad delante de cualquier conocido mio como si fueseis mis siervos. Sin excepciones...

- Sí, señor... - dicen todos, incluido Jorge.

Asiento, y abro la celda, apartandome un poco para que tengan espacio y salgan.

Salen uno a uno, despacio, cabizbajo y en silencio.

Cierro la celda, ya vacia.

-Puede que dentro de poco tengamos que trabajar... Estamos esperando que Basile nos informe... Y dependiendo de lo que descubramos, tal vez nos sirva tu pasado como guarda de seguridad en el aeropuerto.

El móvil te suena.

Me hago una idea de lo que puede haber por el sur.

-¿Alguien a quién debas dinero, que esté muy colgado e intente ponerse en contacto contigo...? Cualquiera que pueda buscarte por la razón que sea.

Cojo el teléfono, haciendo una señal a mis hombres para que aguarden un momento.

- Bueno, poniéndolo así... quizás alguno de mis clientes, pero dejaria de buscar en cuante encontrase otro camello.

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- Casi haces que me maten - susurra Basile.

Oh... mierda. Justo lo que no quería, ponerle en peligro tratando de comunicarme con él.

-Pero... ¿qué ha pasado Basile? ¿dónde estás?

-¿Algún enemigo?

- Estoy en un puto almacen y no puedo salir, han cerrado las puertas. Casi nunca hay cobertura aquí, no sé porqué, intenté llamaros.

-¿Un almacen? ¿Pero quién te ha encerrado?

Hago las preguntas equivocadas.

-Intentaremos sacarte de ahí, ¿donde está ese almacen?

- Cerca del aeropuerto... no puedo decirte mucho más... tengo que colgar, siguen por aquí... están esperando que salga... no sé porque no llaman a más...

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Ronald niega con la cabeza.

- Ninguno que quiera algo más que que desaparezca.

-Vale...-Dirijo una breve mirada a su brazo. Por un momento el dolor se marca en mis ojos, pero hago que desaparezca rápidamente.-¿No sabes como curarlo?

-¿Pero quienes son?

Una idea me estremece... pasaportes falsos... joder, no puede ser que se escondan allí.

-Maldita sea, sal de ahí, Basile. Estaremos allí lo antes posible.

- No pero ahora mismo... me duele más... -lo piensa un momento - es como si tuviera mucha sed.

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- Están armados, no creo que sea momento de salir.

Ya veo, es necesario alimentarlo.

-Verás, nuestros cuerpos no funcionan como los de los humanos. No sé cuanto te explicó Basile... pero necesitas usar sangre para curar las heridas. Al usarla la "gastas" y necesitas reponer más, y no es bueno esperar a gastarla toda. ¿Te dijo lo que es un frenesí?

-Estaré allí cuanto antes. Tú busca cualquier salida que no estén cubriendo, no dejes que te acorralen. Los Sabbats son pirómanos.

Hago un gesto a mis hombres, para que me sigan.

Empiezo a subir las escaleras, hay que contarselo a Antón.

-Dime cuantos has visto. Rápido.

Veo a Curtis que pasa cerca en dirección a la salida. Está hablando por teléfono... no tiene buena cara.

-Espera

Voy donde Curtis.

-Buenas noches Curtis. ¿Qué pasa? Pareces preocupado.

- ¿Qué Sabbats? Son anarquistas, 6 o 7

Tus hombres te siguen.