Noche importante (6/1/10)

-Ey, ahora para mi eres como un hermanito. Al principio tenía mis dudas, pero... me has demostrado que no eres un monstruo. Tienes tu corazón y eres capaz de sentir. Sin embargo, he de admitir que me tienes preocupada. Sé que no te gusta hablar de tus padres mortales, pero sé que es algo que tienes clavado dentro. Más que nada, yo no llegué a conocerlos y aún siento rabia al pensar en ellos. Y tengo mis añitos ya... y sé que la rabia y el odio sólo llevan a la autodestrucción. Verás, antes de que murieran todos mis hermanos, de vez en cuando, en la lucha por la supervivencia moría alguno. Demasiadas veces por esa rabia y odio que guardaban en sus corazones, que a veces incluso llevaban a arrastrar a otros de los nuestros. Me preocupa que te pueda pasar algo así.

El niño frunce el ceño en cuanto mencionas a sus padres.

- ¡No! ¡No quiero hablar de ellos! - se retrae, echándose atrás en la cama hasta la esquina de la pared.

Suspiro.

-¿Ves? A eso me refiero. A la más leve mención saltas. Te lo repito, no te voy a obligar a hablar sobre ellos, y ya deberías confiar lo suficicente en mi para saber que no voy a hacerlo, pero más te vale aprender a controlarte. No por mi, pero esa actitud nos puede traer muchos problemas. Yo entiendo que hagas eso, pero otros vampiros no. Van a tomar eso como una falta de respeto y una actitud muy rara en un adulto.-subrayo esto último.- Además de que lo verán un punto débil que pueden usar contra ti y contra los que te importan. Si no quieres contármelo, de acuerdo, pero esa actitud tuya es suicida y no quiero que mueras. Y por otra parte, quiero dejarte claro dos cosas. Primera, pasara lo que pasase, no voy a juzgarte. Esto por si, casualidades, decides contarmelo. Segundo, no van a acercarse a ti. Fui capaz de proteger a mis hermanos pequeños de sus padres y lo mismo pasará contigo. De ellos no temas nada, ¿de acuerdo? No pienso dejar que se acerquen a ti.

- Madre ya se encargó de eso... - responde, sin mirarte.

No sé si esto es una suposición correcta, pero...

-¿Es eso lo que te hace sentir tan mal?-Pregunto con suavidad.

- No. Lo merecían.

-¿Entonces? Ellos ya no están aquí. Ya no pueden hacerte daño.

- No quiero hablar de ellos - insiste, tercamente.

Me rasco ligeramente la cabeza.

-A ver... lo que quiero no es que me lo cuentes. Lo que quiero es que el recuerdo de tus padres no te haga cometer una tontería. Tontería que por cierto, te puede costar la vida. No vuelvas a alzar la voz de esa manera, es peligroso. Así mismo, nada de conductas autodestructivas.-Le miro con tristeza.- Por favor, Elliot. No me lo digas, pero ten en mente que no puedes reaccionar así. Y ellos.. ya no están aquí para hacerte daño. Elliot, yo te protegeré, pero esa algo que debemos hacer juntos. Por favor... no hagas ninguna tontería.

Él te mira, quizás algo avergonzado, luego baja la vista y asiente.

-Eh.-digo, acercándome y abrazándole.- Escucha. Se lo duro que es pensar sobre unos padres que te hicieron daño. Ya te he contado mi historia, queria que vieras que no hablo por hablar. Sin embargo, mirar para otro lado puede provocar que en el momento más inoportuno digas o hagas algo peligroso. Por eso, aunque sea duro, necesito que tengas esa verdad presente. No me lo digas, pero no dejes que lo que sea que te hicieron tus padres domine tu vida. No quiero perder a nadie más, y ahora vamos a estar juntos, ¿verdad?

Asiente, nuevamente, dejando que le cobijes en tus brazos.

Despues de saciar el apetito de ambos, dejo que se recueste en la cama, con un beso.

Sonrio un poco.

-Es una lástima que no pueda quedarme más tiempo.

Tengo cosas que hacer.

Ella tira un poco de ti, con cara de pena, como pidiendo más de tu compañía, aunque sea sólo para permanecer abrazados.

Sonrio, y vuelvo a inclinarme sobre ella para besarla un poco más.

-No seas avara, Emile... -digo, no como reproche, si no con comprensión, acariciando su mejilla-... Hoy es un día importante. Hablaré con alguien para que ceda el terreno del bar.

- Está bien - admite - Suerte, amor.

Empiezo a vestirme con uno de mis mejores trajes. Debo dar buena impresión. Su clan y el mio son enemigos por naturaleza, aunque sea el primero en intentar apartar las enemistades entre clanes y posiciones.

Cuando termino, espero al veredicto de Emile, extendiendo un poco los brazos a los lados.

Permanezco así un poco más, y dejo que se sienta protegido. De verdad que no quiero que haga alguna tontería peligrosa y absurda.

-He de irme un momento, Elliot.

Elliot asiente, sin decir nada.

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- Perfecto - dictamina Emile.

-Venga, verás como todo sale bien.-digo dándole un pequeño beso en el pelo.-Ahora vuelvo.

Me levanto, salgo de la habitación y bajo al sótano.

Me acerco de nuevo a ella, inclinandome sobre ella. Dejo mis labios a un centimetro de los suyos, mientras paso el índice entre sus pechos con suavidad. Disfruto jugando con los limites de su pasión.

-... Te traeré buenas noticias -le digo, casi en un susurro.

Arnold está acurrucado en una esquina, la ropa empapada de ese sudor sangriento de las pesadillas.

Joder, ¿Cuándo voy a dejar de verle así?

-¿Arnold?

Ella no puede evitar lanzarse a tus labios.

- Las esperaré aquí...

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Al oir tu voz, se arrodilla inmediatamente.

- Ama...

-¿A... ama?-Digo extrañada.- ¿Por qué ahora me llamas ama? Hasta ahora me habias llamado "señora".

Puede que sea un dato irrelevante, pero... qué raro.