Enfrentando el pasado 10/01/10

El local... parece tan lejano... Al menos aún tiene eso. Tal vez eso logre devolverle la ilusión.

-Me encantaría señor, pero... ¿vamos a ir ahora? Es que... como Elliot acaba de volver me gustaría estar con él esta noche. Está un poco nervioso con su amnesia.

-... Mañana por la noche... -logro decir.

Sólo quiero que la tierra me trage para no volver a salir.

-Entonces encantada.-sonrio.- Animo, Curtis. Esto es un paso más hacia delante.

Me paso la mano por la cara... tengo que ser fuerte. Afrontar la situación...

¡Callaos de una puta vez!

-... Gracias -me sale, con voz quebrada.

- Bien, entonces mañana iremos los tres... Berenice ¿Cómo ves a Elliot?

-Pues... extrañamente bien. Quiero decir, algo nervioso por no saber lo que ha pasado, pero está muy contento de haber vuelto conmigo. Y sinceramente, menos mal que no recuerda nada. No puedo educarle en condiciones si le hacen algo así. De todas formas ha desistido en tratar de recordar... parece ser que al principio quería recordar porque pensaba que asi podría ayudar a Curtis, que le parecía que estaba enfermo... pero en cuanto le dije que eso lo empeoraría, lo dejó.- O Elliot a avanzado mucho o es... raro.

Me inclino un poco hacia delante, frotándome los ojos con la cabeza gacha... Joder... Elliot...

Sus gritos...

Su carne saltando...

Sus gritos con las toallas...

El potro...

Esto es insoportable... Mi cuerpo tiembla.

-... Es mejor... que no recuerde...

Antón se te acerca, y sientes su apoyo. Posa una mano en tu hombro.

- Al menos, parece estar bien

Me muerdo un poco el labio inferior. Esa manera de temblar... de pasarse la mano por la cara... Me recuerda demasiado a como estuve yo. Ya, ¿y qué hago? ¿Le pregunto si tiene una voz psicopata en la cabeza? De todas formas, me dijo que no preguntase.

-No recordará nada. Me aseguraré de que no recuerde nada. Y de verdad que está bien, solo un poco confundido.

Y encima tendré que agradecerselo a Villón el resto de mis días.

-... Gracias.

- Bueno, supongo que necesitas descansar, chiquillo... - dice Antón.

No quiero pensar en nada... necesito descansar... entonces viene a mí la necesidad... necesito verla...

-... ¿Emile está arriba?

- Sí, durmiendo... lleva llorando desde que te fuiste.

Pobre Emile... la entiendo perfectamente.

-Sube ya a verla... ambos lo necesitais.

Si. Hazlo tú que puedes, por favor. Conozco demasiado bien la necesidad de estar con alguien y no poder. No caigais en eso.

Llorando...

No... eso no.

Me levanto diréctamente, sin decir nada. No dejo que un cansancio emocional me frene. No, seré fuerte por ella.

Subo las escaleras.

Emile está en la cama, dormida, con aspecto agotado.

//FdI: Tú diras si subes o qué Berenice.//

Miro como sube, preocupada. Tengo un mal presentimiento de todo esto. La primera vez que tuve un mal presentimiento, masacraron a mi familia, la segunda se lo llevaron al Eliseo y tuve que entregar a Arnold. Ya no sé diferenciar la paranoia de lo que pueda suceder realmente.

-Señor, si no me necesta más subiré a la habitación.

- Por favor - te da permiso.

Subo las escaleras, desanimada. No le he visto tan ilusionado con lo del bar como hace unos días. Sólo espero que esto se le pase. Parece inmerso en sus propios demonios, tal y como estuve yo... ¿será su demonio Pompignam? No lo sé. Le he visto mal antes, como cuando le solté un tortazo por decir que él era el culpable de todo. Ahora me ha parecido tan convencido de ello... La manera en que lloraba, en que me pedía que me alejara. Si lo describiera de alguna manera, diría que parece un perro arrinconado. Tan arrinconado, o incluso más de lo que yo me sentí cuando apareció el Príncipe teniendo yo a la otra en la cabeza. Creía que lo iba a destruir todo. Pero también sabía que no me quedaba más opción que ir. En ambos casos creía que todo estaba perdido, y aquí estoy. Maldita sea, desearía hacerle pagar a Pompignam todo lo que ha hecho. Lo que le ha hecho. Ha asustado tanto a mi hermano que se ve como un peligro para el resto. Maldita sea. No soporto que se metan con mi familia. Froto mi lengua contra un colmillo, tratando de tranquilizarme. No, usa las palabras correctas o ya sabes lo que pasará. Lo odio. Pero obviamente no puedo hacer nada. Si no fuera por Villón... Joder, urgando en mis cosas y encima le debo las gracias. He aquí un motivo por el que es príncipe: se las apaña para que incluso si alguien se mosquea con él, este le deba algo. Y hablando de Villón, ¿cómo arreglo todo este asunto de Arnold-Villón? Ay... Entro en la habitación, pero procuro que la preocupación no se refleje en mi rostro.

- ¿Qué pasaba? - pregunta el niño, con aspecto preocupado.

-Nada malo. Simplemente Curtis lleva un proyecto de un bar cultural... y me ha preguntado si quería ir mañana a ver el local. Le he dicho que sí... así que mañana tendré que irme, pero procuraré volver lo antes posible, ¿vale? Es.. algo importante para él. Tal vez así consiga animarse un poco.

Me adentro en el cuarto, y me tumbo a su lado. No puedo evitarlo, y acabo abrazándola con cuidado. Quiero dormir... quiero estar con ella.

Ella, aún dormida, se abraza a ti, y murmura algo, que a penas puedes distinguir como "no les dejes".

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- ¿Podremos ir con vosotros?

Duermo a su lado.

*No te dejaré... jamás*

-Pues... no lo sé.

Me siento en la cama, frotándome la frente. Esto es un maldito dolor de cabeza.

-No quiero manteneros aquí eternamente, pero tampoco estoy muy segura de como dar el paso a que salgais y no veaís París como una ciudad enemiga, ni que os pase nada. Creo que lo mejor será preguntar al señor Antón.

Me paso una mano por el pelo.

-Pero lo que es esta noche vamos a relajarnos un poco, ¿os parece? Ya sé que es agobiante estar siempre aquí...-Lo cierto es que hasta me siento ligeramente mareada en estas cuatro paredes...- pero han sido unas noches de lo más estresantes. Decidme, ¿no os apetece daros una ducha? Especialmente tú, Arnold. Llevas demasiado allí abajo.