Enfrentando el pasado 10/01/10

-¿Qué lo haga ya? ¿Para qué, para que te lo haga más fácil? Na, ya te has puesto las cosas demasiado fáciles. Lo que no está siendo fácil para mi es disparar. Voy a traicionar... absolutamente todos mis principios con un solo gesto. Todo lo que soy, todo por lo que he luchado... esto va a ser para mi un camino cuesta abajo. Y tú no vas a hacer absolutamente nada para evitarlo. Ni tan siquiera creo que estés siendo sincero contigo mismo.-Lo cierto es que si se ha tensado así creo que es porque se está reprimiendo algo.

- No lo hagas tú, deja que lo haga Antón. - susurra.

-¿Y cuál sería la diferencia? Si le pido a Antón que te mate, el arma sería distinta, pero igualmente la habría empuñado yo. No. Para que esto fuera distinto tu tendrías que tomar una decisión y ser capaz de llevarla hasta el final. Pero no puedes...

- ¿Qué decisión?

-Piensa, Arnold, piensa. La mujer que te ama te está apuntando con un arma. ¿Estás seguro de que no puedes hacer nada? Y piensa... piensa en todo lo que te ha llevado a esta situación. Por una vez, piensa y sé sincero contigo mismo. Por una vez no te ocultes tras una máscara en la que te crees a salvo del dolor cuando realmente no lo estás. Piensa... ¿qué puedes hacer?

Él se vuelve repentinamente y te agarra de los brazos.

- ¿Es que no lo entiendes? Yo debo morir.

-¿Y por qué debes morir?

Parece querer decir algo, pero te suelta y guarda silencio.

Se me acabó la paciencia.

-Habla o te mandó con Pompignam.

Te mira, suplicante, pero no abre la boca.

-¿No me suplicas por tu vida y me suplicas por silencio...?-Por primera vez desearía que el arma estuviera cargada. La mano me tiembla de rabia y los ojos se me enrojecen ligeramente.- No te enteras de lo que supondrá esto para mi, ¿verdad? No tienes derecho a suplicar, ¡habla!

No responde.

-Es por lo que sucedió esa noche... en la que tuviste que matarlos a todos, ¿verdad?

Niega con la cabeza

-¿Entonces? Habla Arnold. Dímelo, o esto se va a poner muy feo. No solucionaremos nada si te callas.

No contesta.

...

-Dime, Arnold... ¿Desearías que yo muriera?

Te nura a los ojos y niega con la cabeza, parece sorprendido de semejante pregunta.

-Estoy empezando a pensar que soy yo la que debo morir. Haga lo que haga... voy a matar a mi alma.

- No lo hagas - murmura.

-¿Qué no lo haga? No lo entiendes. Si te mato se acaba este circo, pero eso equivaldría a que yo me disparara. Todo mi caracter se iría a hacer puñetas, ya no tendría más fuerzas para ayudar a nadie más, y probablemente haga alguna locura para que todo ese dolor y tristeza se fuera. Quién sabe. Tal vez termine como tú. Si te entrego a Antón o a Pompignam el resultado sería el mismo. Si te dejo vivo, veré como día a día te relegas cada vez más a tu papel de chucho pulgoso y no sabes como me hiere eso. Lo de ayer... tú no sabes lo que me hiciste ayer. Te terminaré odiando. Conseguirás que desarrolle un lado cruel y sádico que se cebará contigo. Terminarás implorandome que te mate, y yo no te daré ese gusto.

Y curiosamente, según hablo me doy cuenta de la verdad de mis palabras. Hasta que punto están nuestros destinos unidos...

- Dime que puedo hacer para ayudarte.

-No me va a servir de nada si no lo haces de corazón. Además, ¿qué soy yo para tí? He peleado tanto... y me has dejado de lado...

- Yo no... - suspira - De acuerdo

Le miro, interrogante. ¿De acuerdo qué?