El chico de Berenice (15/01/10)

Él te mira, parece sereno, pero no arrogante.

- Admito que no somos famosos por nuestra benevolencia y autocontrol... y sí, estuve en las tres ocasiones. Lamento tu o tus perdidas.

-No... no lo lamentas en absoluto.

Saco un cigarrillo y me pongo a fumar...

-... Sé cuando alguien lo lamenta... me criaron en el Sabbat, recuerdalo. Allí la sinceridad estaba al orden del día... por el bien del que se disculpaba.

Doy una calada.

-No voy a matarte... aunque estuviese reconocido como vástago en esta ciudad, la ley del exterminio me lo impide... pero bueno, vosotros la ignoráis continuamente cuando os lo ordena Pit bull o Pompingan, dado que el permiso de la muerte sólo lo debería dar el Principe...

Lo miro.

-Lo que significa que, o bien quebrantáis la ley, o bien el principe es muy permisivo a la hora de daros libertad... Me pregunto qué pasaría... por ejemplo si te llevara a escondidas a territorio anarquista para que ellos se ocupasen de tí por lo de Marcus y su hermana... Técnicamente no te mataría yo... y la tierra de los Anarquistas no es territorio Camarilla.

- Puedes hacer eso, o hacerlo tú directamente, en todo caso a él sólo le importaría por lo que pudiera entristecerle a mi nueva señora. El Príncipe acaba de matar a sangre fría a mis cinco compañeros y me esperaba la misma suerte de no haber sido por mi señora, asíque el castigo, en todo caso, vendría por ella redireccionado al Príncipe.

>>Y sí, el Príncipe es quien consiente que Pompignan tenga derecho de exterminio y por tanto nosotros, que seguimos sus ordenes, estamos dentro de los legal, pero te equivocas con el Pit Bull, si por el fuera, o por muchos de nosotros, yo incluido, no llevaríamos este tipo de vida, pero los reparos morales se castigan con la muerte frente al Primogénito Ventrue y algunos han pasado de la indiferencia al sadismo, o simplemente quieren compñacer al jefe del jefe y cometen actos violentos sin sentido para demostrar su falta de escrúpuos o delatan a los que no lo hacen, es Pit Bull quien les mantiene la correa corta a ellos, de otra forma nos veríamos empujados a vivir... bueno, como estamos ahora, descontrolados y guiados por los sedientos de sangre deseando entregar sacrificios para ganar de nuevo el puesto de líder como carroñeros ahora que ha quedado vacío.

En todo el tiempo, su expresión apenas cambia, continúa sereno, mirándote desde el suelo. Cuando termina de decir lo que quiere decir, guarda silencio.

-Y supongo que pedir ayuda al príncipe es poco menos que nada.

Sí... claro.

-No sé si creerte... recuerdo la expresividad de Pittbull cuando le hizo este gesto a Alan -hago el gesto de cortar el cuello-... Además, das por sentadas muchas cosas. Conozco a Berenice. Con decirle tu hoja de servicios sería suficiente, lo entendería y al cabo de unos días lo aceptaría, por lo que mi cabeza no sería la siguiente en rodar.

Doy una calada.

-... No me temblaría la voz diciendo que seguramente ni intentásteis escapar o pedir ayuda a Villón. Siempre está esa ínfima posibilidad... y es mejor que vivir así.

Suspiro.

-En cualquier caso... siendo verdad lo que dices, ahora estás al mismo nivel que su otra mascota, Arnold... lo que te ha salvado la vida de momento.

Por primera vez baja la vista y parece meditar tus palabras.

- Sí... es posible que mi señora lo entendiera y, si eres su amigo, supongo que igualmente tu cabeza estará protegida , de cualquier forma, - te mira de nuevo - pero permíteme que prefiera creer que tengo alguna posibilidad de vivir.

-Estás en tu derecho.

Le sigo mirando.

-... Aunque pensándolo bien... quizá sí me estés diciendo la verdad, y tanto tiempo debajo del estandarte Ventrue te haya hecho incapaz de expresar nada por miedo a morir.

Doy un par de toques al cigarro para tirar la ceniza al suelo.

-... Por mí no te cortes, tus amigos han muerto y deberías sentir algo por ellos empáticamente, ya que estaban en tu misma situación. Si quieres puedes llorar su muerte, aquí no lo vemos mal.

- No quiero llorar nada - por primera vez notas que su voz tiembla durante sólo una milésima, y su expresión ha cambiado un poco -, había buena gente entre esos hijos de puta que también murieron esta noche, aunque no lo creas, pero no quiero mirar atrás. El azar me ha llevado a tener esta increible segunda oportunidad y si se me permite no voy a desperdiciarla, es todo.

-... Lo que quieres y lo que necesitas no son la misma cosa.

Por un segundo... por mis ojos pasa un destello de entendimiento...

-... No es algo tan raro como te crees... pero el azar acaba colocando a la gente en su sitio, a menos que intentes ponerle algo de empeño y enmendarte. Y mirar atras puede que sea el peor de los pasos que tienes la obligación de dar.

Lo miro a los ojos.

-Y hablo por experiencia.

- Haré lo que me ordene mi señora.

-... No es la primera vez que me dicen eso... y una mujer murió porque mostramos piedad ante alguien que no la merecía...

Apago el cigarrillo... acordándome de Lucía.

-Y no tardaré en averiguarlo por las buenas o por las malas... si haces daño de cualquier forma a Berenice... me aseguraré de que no mueras jamás.

Dicho esto, salgo de ahí... al final no lo he triturado como quería... supongo que da igual.

Voy a buscar a Antón.

Le ves hablando por teléfono.

Suspiro, aliviada. Por fin algo que sale bien...

-Al menos llegó sano y salvo, menos mal... ¿Y cómo está? ¿se ha regenerado bien?

- Estaba muy mal, pero se regenera rápido. ¿Qué tal tú? ¿Han dado ya con ese tipo?

-Aún no sé nada... pero que quiere que le diga, ese sujeto ha salido de uno de los peores barrios de L.A. París es la tranquilidad personificada en comparación... no lo van a coger tan rápido y sobre todo si se confian. Se que así lo que hago es ponerle más nervioso... pero prefiero prevenir que curar.

- Pero tú sigues bien ¿no?

Por un momento dudo. Decir que estoy bien sería demasiado, pero no quiero preocuparles.

-... Sí, lo estoy. Por cierto... si no me equivoco, ayer vino alguien escoltando a Basile, ¿sigue ahí o ya ha salido para acá?

- Ah, sí, pues no sé... Curtis ¿Se fué su escolta ya?

- Curtis le tiene en el sótano.

...Espero que no le haya hecho nada...

-Por favor, mandémelo de vuelta. Ahora trabaja para mi.

- Dice que se lo mandemos de vuelta - le dice a Curtis.

Joder... se está equivocando otra vez... pero no puedo hacer nada.

Con profunda rabia, hablo.

-... Iré a sacarlo...

Me voy al sótano de nuevo.

- Va a sacarle - te informa.

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Abajo, él espera, en la misma posición. Te mira cuando entras, igual que antes.

Abro la puerta, apartándome a un lado para que pueda salir.

-Tu señora te llama. Quiere que vayas ya.

-Bien... ¿cómo van las cosas por casa? Ayer con lo de Basile no pregunté...