Buscando un fantasma, cementerio del Père-Lachaise (24/11/09)

Hace un buen rato que he entrado en el distrito 20, un lugar un tanto... pintoresco, pero que posee el cementerio más grande de parís. Es un buen lugar donde empezar a buscar.

Y también peligroso.

Aparco un par de manzanas más allá del cementerio, y me quedo un momento, tal vez un minuto, mirando el teléfono móvil. Ignoraba si iba a contestar, pero debía intentarlo.

Pulso el número de Basile.

El número al que llama está apagado o fuera de cobertura

Esa frase empieza a sacarte de quicio.

Las figuras del cementerio que sobrepasan la altura de su muro parecen hermososas, pero tambien tenebrosas.

Ganas tengo de lanzar mi teléfono por la ventana y pasar la rueda del Hammer por encima, pero me contengo. Sea cual sea el estado de Basile, iba a volver conmigo.

O me iba a reunir con él.

Pienso detenídamente mi situación. Voy a un lugar donde se supone soy el visitante, el tipo que está buscando la información. Mientras no me propase, las cosas funcionarán.

Dejo las armas. En un terreno que no domino, de poco me iban a servir. De hecho, puede que incluso sean un obstáculo. Lo único que guardo conmigo es el cuchillo de detrás de mi cuello.

Bajo del Hammer y lo cierro. Cerrando los ojos un instante, empiezo a caminar en dirección al cementerio.

-Requiescat in pace -digo, no por miedo a morir, si no por el lugar.

- Somos nosotros, los que no descansamos en paz - responde una voz fría, cuya fuente noo aciertas a ver.

No esperaba menos. No hay nervios en mí, no me lo puedo permitir. En mi cara aparece media sonrisa, la típica de cuando le han pillado.

-Lo decía por respeto al lugar. -digo, sin molestarme en mirar. Si no quiere mostrarse, no vale la pena que le busque-... Se me veía desde lejos, ¿verdad?

- Verdad - responde -. Recien llegado... Demasiado joven... Demasiado ineperto... Sin presentación en el Eliseo... Sin nadie que te protega... ¿A qué has venido?

Su voz denota curiosidad.

Procuro no decir comentarios de los míos, como "aprendo deprisa" o "la protección es algo hipotética". He venido para algo en concreto.

Hablo despacio, y soy consciente de que nadie al otro lado de la mascarada nos está escuchando.

-He venido para solicitar audiencia. Necesito hablar con los Nosferatu.

Me rasco la barbilla.

-Procuraré no robar tiempo. Unicamente hablar, nada más.

- Yo soy un Nosferatu... habla - te responde.

Dejo la chulería para cuando esté en mi territorio. De seguro no es quien busco. Es mejor mantener una pequeña conversación.

-Espero que comprenda mi situación. No sería prudente hablar con alguien que dice ser Nosferatu. Podría meterme en lios si luego resulta no serlo...

Sigo sin buscarle.

-No estoy en mi terreno, voy desarmado y no tengo intención de mostrarme hostil en la casa de otro... Si pudiera mostrarse se lo agradecería.

- De acuerdo, extranjero, tu educación me convence - dice antes de dejarse ver. Desde luego es horrendo, pero no tan monstruoso como otros que has conocido -. Bien, ahora dime ¿qué quieres?

Asiento con la cabeza a modo de respeto.

-Gracias -digo, y a continuación hablo-... Mi nombre es Curtis Miller. Como bien sabe soy un recien llegado a la ciudad.

Procuro hablar con naturalidad y educación.

-He tenido poco contacto con la Estirpe en París. Sin embargo hubo un vástago que me ayudó a no perder la cabeza a la tercera noche. Ahora lleva dos días desaparecido, y estoy buscándole. Dado que este es un buen lugar para empezar, pensé que podría informarme, y por el camino presentar mis respetos al Primogénito Nosferatu.

Sonrio con recato.

-... Lo siento, dónde estarán mis modales -y le ofrezco la mano.

Él te mira, curioso, y sonríe al darte la mano. Pareces agradarle.

- No creo que mi primogénito este muiy dispuesto a darte audiencia, es un hombre muy ocupado... pero tal vez yo podria ayudarte. ¿A quién buscas?

-Lo entiendo, lo entiendo...

-Alto, un poco encorbado y desaliñado... -digo, describiéndoselo, con un par de detalles sobre su rostro y su apariencia-... Pertenece al clan de los Gangrel.

Observo sus reacciones.

-Responde al nombre de Basile.

Cuando dices su nombre tuerce el gesto y chasquea la lengua.

- Mal asunto - reniega con la cabeza - Mal asunto... Yo que tú, olvidaría a tu amigo.

Maldita sea.

Suspiro, dando una señal de fastidio. O Basile estaba muerto o en una situación menos agradable.

-... Somos amigos por extrañas circunstancias -digo, como si no me importara decirlo-... ¿Sabe algo al respecto?

Él te mira de arriba a abajo varias veces, discretamente, te da la desagradable sensación de que está planteándose si podrás pagar la información de alguna forma. Luego suspira.

- Le cogieron metiendose en donde no debía. Somos muy recelosos con nuestro territorio, más cuando el que entra lo hace sin permiso y armado hasta los dientes

-Maldita sea... -suelto, mirando al suelo y poniendo los brazos levemente en jarras-... ¿Queda algo de él con vida?

- Algo - responde - No mucho. Fué muy estupido, pretendiese lo que pretendiese... y si aún hubiese querido hablar, todo hubiera pasado mucho más tápido... pero se niega a decir nada.

Sonrio brevemente, es un acto reflejo, mi cara refleja mi verdadera emoción, disgusto.

-Lo último que le dije la última vez que le ví es que no hiciese ninguna estupidez...

Inspiro y expiro. ¿Quién iba a pensar que tendría que salvarle el pellejo?

-Tal vez podamos llegar a un acuerdo.

-Creo que puedo hacer algo...

Cierro los ojos.

-Dejadme hablar con él. Puede que consiga que hable, no quiero que pierda la vida, después de todo se lo debo.

Levanto un poco la mano, educadamente.

-Por favor, no me malinterprete. Que le deba una a Basile no significa que esté de acuerdo con lo que ha hecho. De hecho, quizás tenga más motivos que nadie para verle muerto.

Lentamente una de mis manos va hacia mi camisa, la cual levanto, mostrando la cicatriz.

-Pero solo intento que no se derrame sangre esta noche.

Bajo la camisa.

-Déjeme intentarlo, y consideren la idea de no matarle. Si no lo consigo, no tienen nada que perder.

-... De acuerdo - se encoge de hombros - Acompañame, pues. Y si llevas algun tipo de arma, te aconsejo dejarla en el coche. Tú eres un invitado, no tienes nada que temer... en principio.

Media sonrisa.

-Todo sea por las normas de la casa.

Vuelvo al coche, que tengo a dos pasos de mí, y guardo allí el último arma que tenía encima.

-Espero que no lo hayais ablandado mucho, le necesito vivo para que me ayude en el futuro inmediato.