La torre y el Príncipe 07/01/10

El parece pensarlo un momento.

- Tus labios siempre serán preferibles a los suyos, querida.

-Él me salvó de sus compañeros y me ayudó a escapar. Lo hizo aunque sabía que no quería tener nada que ver con el Sabbat. Si no fuera por él, ahora mismo no estaría aquí frente a usted.

- Así que... le estás agradecida. - guarda silencio un momento, te mira con algo de arrogancia, pero sea cual sea el pensamiento despreciativo que pasa por su mente, no lo dice -. Detesto el Sabbat - afirma, casi sin emoción, una evidencia - A cada uno de ellos

Primera noticia, no te digo...

-¿Y no podría dar la oportunidad de que abandonara esa maldita secta y pagara por sus crímenes? Y cuando me refiero a pagar no me refiero con su vida o con torturas. Eso le dará en todo caso un momento de satisfacción a alguien, pero a sentido práctico, solo habrá destruido y no habrá dado nada a cambio. No. La muerte sólo es la vía de escape más rápida e indolora. Con su conciencia recuperada, le tocará cargar con el peso de sus crímenes toda la eternidad, y eso es otro tipo de castigo. Le tocará enmendarlos... y esas buenas obras ya si que serán algo. Obviamente, el pasado no se borra, pero sí se puede construir un futuro mejor.

- Prefiero mi satisfacción - responde, levantando una ceja.

-Es usted el que ha vivido más que yo. Me ha descrito hechos desde el Terror de Robespierre hasta la segunda guerra mundial y más. Ha visto lo peor tanto de del ser Humano como de la Estirpe. Yo he vivido muy poco, pero sé dos cosas: el odio y la violencia sólo engendran más odio y más violencia. Y si nos dejamos llevar por esa corriente, no somos más fuertes. Cuesta mucho, muchísimo encontrar un poco de luz en este mundo de tinieblas, y habrá todavía menos si no damos la oportunidad de que haya más. El Sabbat es asqueroso, pero mi manera de golpearle es diferente. Es obvio que la mayoría están completamente podridos, pero si hay alguno que tenga posibilidad de salvarse quiere decir que el Sabbat no lo tiene absorvido por completo. Quiere decir que no ha ganado.

- Que ingenua chiquilla - sonríe, casi con ternura -. De todas formas, es tu mascota, tu juguete, te permito tenerlo... en ese concepto.

Mira un momento más allá de ti.

- Supongo que también estarás igualmente agradecida a Carlo... Antón. ¿No?

¿Por qué todo cristo dice que soy ingenua...?

-Pues sí, señor, le estoy agradecida... -¿Y a que viene todo esto?

- ¿Y a mí?

-Sí, señor. Se ha tomado muchas molestias por mi... y me ha permitido hablar pese a todo...-¿dónde quiere ir a parar?

- ¿Que te he permitido hablar? ¿A que te refieres?

-Podría haberle preguntado directamente al señor Pompignam. Si me ha dejado hablar, significa que al menos me ha dado un voto de confianza. Y se lo agradezco.

- Por supuesto. Nadie mejor que tu conoces tu historia. Toda tu historia. ¿Hay algo más que quieras decirme al respecto?

Me muerdo ligeramete el labio inferior. Debo decirlselo. Pompignam ha estado en la mente de Arnold, lo que quiere decir que sabe lo de Elliot. Es obvio que en el momento en que entró las cartas estaban echadas. Pero no quiero arrastrar al resto. No cuando además trataron de quitarme la idea de la cabeza. Además se lo debo... aunque solo sea por ser el amigo de mi padre.

-Sí... hay... hay algo más... Pero por favor, señor, decida lo que decida... prometame que sólo será conmigo. Ellos no tienen nada que ver, intentaron quitarme la idea de la cabeza pero yo... por favor.-digo bajando la cabeza.

Él frunce el ceño, girando un poco la cabeza, serio.

- Vaya... ¿Tan malo es lo que has hecho?

-Eso me temo, pero... no lo hice con mala intención, ni queriendo herir a nadie...-Me inclino un poco, en reverencia.- Aceptaré el castigo que me merezca. No voy a huir.

-Mmmm...

Él levanta tu rostro, cogiéndote por la barbilla.

- ¿Quizás deberíamos hablar de esto en un lugar más... a ras de suelo? - retrocede, saliendo.

-Como usted quiera.-digo siguiéndole. Me pregunto si estaré yendo directa a mi funeral...

Bajais de nuevo. Te conduce hasta el río, bajo un puente hay una zona ajardinaada, tras una pequeña valla metálica, que él sabe por donde retirar.

Es una zona bonita, tranquila, oscura, con el murmullo del agua de fondo.

- Bien... ¿Qué tienes que decirme? - pregunta con seriedad.

Ánimo, Berenice. Aunque este sea tu final... al menos has luchado por lo correcto. No has terminado en una cuneta después de un tiroteo. Algo es algo.

-La noche que nos atacaron... sobrevivió uno de los niños Tzimisce porque... yo no dejé que lo mataran. Ha cambiado mucho... ahora mismo no tiene el aspecto de un niño, y ya no es ese monstruito que nos atacó. Tiene conciencia y me tiene el suficiente aprecio como para no hacer algo que me siente mal. Estoy educándole... para que se comporte como un adulto y sea un Camarilla.-Me inclino de nuevo.- Por favor, ha sido cosa mía, el resto no paraba de decirme que era una locura, que solo iba a conseguir que me mataran a mi también. Soy yo la única que merece castigo, por favor...

Hala, ya lo he dicho.

- Pero no te lo impidieron. Y no sólo eso, te encubrieron. Desodecieron mis leyes. Todos las desobedecisteis.

-Porque yo les obligué. No le tendrán aprecio al niño, pero a mi me tenían el suficiente como para importarles que yo me suicidara si no me permitían mantenerlo con vida. Lo que hice no estuvo bien, les puse entre la espada y la pared, en primer lugar porque estaba desesperada cuando mataron a Lucía, en segundo lugar porque un niño no debe pagar por la locura de esa malnacida de Petra. No abrí las ventanas al amanecer por ese niño, señor. Y por ello... soy la única que merece castigo, señor.

- ¡Pero ellos me deben a mi lealtad, antes que aprecio a ti! ¿O a caso tu llevas siglos defendiendo la ciduad del maldito Sabbar? ¿eh? - eleva la voz, y suena atronadora, nunca habías oído algo igual, como el trueno subterrano que precede de un terremoto.

Por favor... si tiene que descargar su ira que la descargue sobre mi... no sobre ellos...

-Por favor, señor, no quería insinuar nada como eso, por favor... no quiero que paguen por algo que he hecho yo... se lo súplico, haga conmigo lo que quiera, pero no con ellos...por favor...-Otra vez no. No puedo haber fallado otra vez a mi familia, por favor... iré al infierno por ellos, pero que tengan la oportunidad de ser felices, por favor....

- ¿Y qué me impide hacer lo que quiera tanto contigo como con ellos?