Haciendome a la idea 15/12/09

Me revuelvo entre pesadillas una vez más... y está vez parece que peores debido a los recientes acontecimientos...

//Fdv//

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//FdI: Fallo, tenlo en cuenta para futuras tiradas //

Cuando te recompones un poco (no logras hacerlo del todo) te das cuenta de que no eres la única que se revuelve entre pesadillas. Anrnold también está igual, y su lado de la cama está inundado de sudor frío mezclado con sangre.

//Fdi:ok ^^U//

Al mirar a Arnold me quedo sorprendida. ¿Cómo es posible que alguien que trata así a los demás sufra pesadillas tan violentas? Me quedo quieta, observando.

No sabes lo que estará soñando, qpero te hace replantearte si verdaderamente tus propias pesadillas son tan horrorosas. Se retuerce, ahogando un grito tras otro, hiperventilando, sus brazos se engarrotan y su cuerpo se tensa entre jadeos, como si estuviera sufriendo un dolor terrible.

Por un momento, alzo la mano para intentar despertarlo, pero la paro. Se que no es buena idea despertarlo. Lucía puede jurarlo... Pero no sé que hacer. De momento, me levanto para dejarle más espacio. Intento escuchar... a lo mejor dice algo que me de una pista sobre lo que sueña.

- ... Lo juro... Lo juro... - es prácticamente lo único que logras percibir entre gemidos de ahogo del dolor - No... ¡No!...

- Todas las noches igual... - dice cansinamente la mujer desde la puerta.

Me doy la vuelta sorprendida. No me había dado cuenta de su presencia.

-¿En serio?-Comprendo perfectamente lo que es que te persigan tus demonios. Pero... no se me pasa por la cabeza como alguien como Arnold...- ¿Pero por...?-Me callo. Dudo que me vaya a responder, a fin de cuentas, no soy quien.

- ¿Te importa acaso? - pregunta a su vez - ¿De verdad te has tragado que te soltará a ti y a Papi cuando todo esto termine? Por favor... Eres una pobre ilusa... esas pesadillas son de todas las víctimas que carga a sus espaldas ¿Piensas que va a tener compasión de ti? - se rie - Que poco le conoces... y tampoco es que seas una belleza... le he visto desgarrar la garganta a jovencitas mucho más guapas que tú - se acerca a ti - Y ahora que lo pienso... no me importaría hacerte pedazos por haberme robado la bolsa de zumo...

-Lo lamento.-Digo con cierta frialdad.- No suelo ir de heroína por la vida. Soy de las que piensa que es mejor que cada uno se ocupe de sus asuntos. Pero no he podido evitarlo. Supongo que nuestros caracteres son diferentes. Así que por favor, le agradecería si no vuelve a traerme a nadie de esa manera. Lo que haga usted por su cuenta no es asunto mio. En cuanto al resto... tal vez tenga razón, pero creo que es obvio que no me queda otra. Soy una inocentona, como usted bien dice.

- ¿Crees que estás en posición de pedir nada, perra Camarilla? - coge la cadena y tira de ella para acercarte a si.

- Suéltala - Arnold parece desfallecido, pero a pesar de todo, su mirada a la mujer, mientras la agarra de un brazo, es tan amenazante que te cala a los huesos incluso sin estar dirigida a ti.

Me quedo impresionada. Yo jamás podría recuperarme así de una pesadilla. Además, la camarilla, que gracia. ¿Dónde están? En sus fiestas, ajenos a lo que pasa alrededor. No les importan ni los humanos, ni probablemente, los de su propia especia. Solo matar el aburrimiento... Si soy de la camarilla, es por mi padre, y porque respeto la máscarada, que evita comportamientos propios del Sabbat.

-No le debo nada a la camarilla-Mascullo mirando hacia el suelo, con cierto rencor. Quien me importa es mi padre. No un grupo de gente que se ha olvidado de él. Que se olviden de mí... bueno, tampoco me conocían, pero mi padre tiene una edad.

- Mira cómo intenta librarse...

- He dicho que la sueltes - repite, y un gruñido grave surge de su garganta.

Ella parece reconocerlo, y te suelta.

- No vuelvas a desafiarme - advierte.

La Tzimisce te mira una vez más, no parece querer tener problemas con él, luego sale sin decir nada.

-Lo siento... no volverá a repetirse, pero porfavor, no vuelva a presentarme a un humano en esas condiciones. Y... gracias. -Digo, incómoda. No sé como actuar en semejante situación.

- Necesito ducharme - Arnold no parece de muy buen humor mientras se levanta - Luego te soltaré.

Va hasta el baño y entonces oyes su voz dentro.

- ¿Pero qué...? ¡Largo de aquí, alimaña!

Oyes un golpe, y luego el joven sale medio a rastras del baño, intentando refugiarse en ti.

-Anda, ven. Y estate muy calladito y quietecito.-Digo, tratando de mantener la compostura. Lo que me hacia falta es que el chico se pusiera nervioso e hiciera alguna tontería.

Él te obedece. Oyes el agua de la ducha correr. Cuando Arnold sale, parece encontrarse mucho mejor.

- Bueno - dice peinándose un poco frente a ti -. Esto es otra cosa...

Luego mira la cama, con cierto asco.

- Oye, manquito... sí, tú, el humano, cambia las sábanas. Están en el armario.

El chico duda, pero finalmente va al armario y lo abre. Mientras, Arnold te suelta.

- Esto va a ser divertido.

Me gustaría ayudarle, pero es obvio que Arnold no me va a dejar y no es momento para hacerle enfadar. Me toco el cuello, donde estaba la cadena, algo aliviada. Sigo encerrada, pero esa cosa en el cuello me ponía nerviosa.

-Gracias por cumplir su palabra. -Pero tengo que preguntar...- ¿Todos los de aquí me veis como una perra de la camarilla?

- Yo no. Has dicho que no lo eres - responde sin mirarte, sonriendo mientras mira a Arnold tratando de poner las sábanas limpias con una sola mano - No tengo toda la noche, si no está en un minuto vas a tener que hacerla también a la pata coja.

El joven trata de apresurarse, casi jadeando, más de miedo que de otra cosa.

-Por favor, no me lo asuste o luego me sentará mal la comida. Y no, no lo soy-me froto el brazo, pensativa.-¿Por qué es usted del Sabbat? Sus motivos tendrá. En mi caso creo que son circunstancias, más que otra cosa.

- Es más divertido - responde, sin dejar de mirar al joven, con la sonrisa de un niño que le está quitando las alas a una mosca - Te quedan 30 segundos...

-Pues, por favor, expliqueme lo divertido porque no lo entiendo.

- ¿No? - dice señalando al joven, como sorprendido de que tú no encuentres su desesperación divertida -. Trata de hacerlo, pero acaba de perder el brazo y aún no puede manejarse así... jadea como un perro asustado... - ríe, luego te mira - Bah, no tienes sentido del humor.

-Yo lo que veo es a alguien que intenta sobrevivir como puede. No creo que haya nada deshonroso... o gracioso.. en eso.-Me pierdo un momento en recuerdos lejanos.- Si no te queda más remedio, robas, engañas, te humillas, y si no queda otra, matas. No sé donde esta la gracia en eso.