Haciendome a la idea 15/12/09

Por un lado sé que debería darme pena... pero una parte de mí piensa que se lo merece.

-"Padre", tenemos que hablar.

-¿Recuerdas el día que me encontraste en melrose? ¿por qué decidiste recogerme? A fin de cuentas no era más que una humana entre tantas. Por no mencionar que por las pintas perdía muchos puntos frente a otras.

- Estabas tan perdida... y por la culpa de otros como yo... vástagos... no podía dejarte... yo sí tengo conciencia... y moral. - añade mirando con desafío a los Sabbat presentes.

-Y creeme que lo agradezco. Pero yo no tenía mucha moral en aquel entonces, ¿recuerdas? Yo también destroce vidas humanas. Y no era un vástago, solo humana. ¿qué opinas de eso? Intentabas ocultar tu propio monstruo, y resulta que llevaste uno a tu casa.

- Precisamente... tenías mucho que ganar... y poco que perder - dice con dureza, pero su tono se hablanda luego - ¿Acaso no te he dado años de paz para tu mente?

-La paz es algo muy relativo. Cierto, me diste años de tranquilidad, una educación... y yo te respondí confiando en tu palabra y dejándome llevar por tus consejos. Y te conté como era porque sabía que lo entenderías, porque confiaba en ti, y yo creia que tu en mi. Y no lo hiciste.-Digo algo dolida.

- Mi ocultación era un precio que pagar por tu tranquilidad. Era necesario que pensaras que yo no entendía tus tendencias artísticas hasta el punto de despreciarlas, para que tú pudieras vivir tranquila, conteniéndote en cierta forma, a ti misma.

-Pero seguía dibujando... maldita sea, ¡Seguía dibujando y no entendía por qué! ¿No lo entiendes? ¡Si me lo hubieras dicho, podríamos haber hecho frente a esto juntos! ¡Podíamos incluso haberlo superado! pero tú no creías que fuera a ser capaz de contenerme si sabía la verdad, ¿Cierto?

Abro los ojos, como herida por un rayo. Oir la confirmación es... demasiado doloroso.

-Entonces ni tan siquiera... ni tan siquiera te habías molestado en conocerme, en saber si realmente podría soportarlo y superarlo. Y yo... cuando nos encontramos, al ver como alejaste a ese... esa... cosa, sabía que ambos erais lo mismo. Una parte de mi me dijo que corriera. La otra que confiara. Y decidí confiar. Y yo no te conocía de nada ni sabía de vampiros ni nada.

- El problema, hija mía, es que yo sí te conozco. Mejor que tú misma.

-¿A sí? ¿Y cómo soy?-digo conteniendome.

Cierro los ojos, completamente dolida. Trato de organizar mis pensamientos.

-Hay... hay una cosa en la que te equivocas. No me escondo. Soy muy consciente de lo ruin que puedo ser. Muchas veces tuve que ser ruin para sobrevivir. Y además... la otra parte, que no has mencionado, se horroriza de esos dibujos. Por eso sigo haciendolo. Para sacar a la luz lo peor que hay en mi... y tratar de combatirlo.

Esa era. Esa era la respuesta.

- Tienes que huir... si combates... perderás... No puedes destruir... una parte de ti misma

-¿y tal vez no hacerlo? Si es una parte de mi, es solo una parte. Y el todo es la suma de las partes, no hay ninguna que predomine sobre otra. A menos que al intentar ignorarla... te golpee hasta acabar contigo.

Casi puedo notar... como me araña...

-¿Entonces, según tú, para qué luchar?-Digo con una sonrisa burlona. Yo... me siento rara.- A fin de cuentas yo ya estoy condenada desde que me abandonaron mis padres..-Me acerco a él, le sujeto la barbilla en una parodia de caricia. Le miro directamente a los ojos y yo... no siento nada.- La pregunta es, ¿haré lo que ellos, miraré hacia otro lado para no sentirme mal por lo que han perpetrado manos de otros?-le agarro de una manera más brusca.- ¿o.. tendré el valor de hacerlo yo misma?

- Egoistamente... prefiero que lo hagas tú.

¿Pero qué... qué estoy haciendo...? Me alejo de él, confundida y tambaleante. Tengo esa sensación... como cuando necesitas salir de una habitación para respirar aire, aunque claro, yo no respiro. Me llevo una mano a la cabeza.

-Yo... yo....

En ese momento que te sientes completamente perdida, y confusa, tambaleándose los cimientos sobre los que has levatado tu moral, notas unas manos que te sostienen, te reconfortan y te sacan de la habitación.

Al principio me dejo llevar. No sé como sentirme, si furiosa, triste, asustada... agradecida, como una estúpida... no lo sé. Intento fijarme... ¿quién... me ha cogido?

Es Arnold, que te da un poco de espacio por si quieres separarte. Te mira, con una extraña mezcla de aprobación y tristeza.

No puedo evitarlo. Tal vez en otra situación me lo hubiera pensado, pero ahora no me siento yo misma. Acorto esa distancia que hay entre los dos, apoyándome en él, temblando ligeramente. De mis labios se escapa un susurro.

-¿Por qué?

Por qué todo tiene que ser así... por qué ha tenido que pasar esto...