Haciendome a la idea 15/12/09

Kéven... Me levanto y me acerco a él despacio. Me pongo de cuclillas a su lado.

-¿Qué pasa? ¿Tienes frío?

Él asiente, le castañetean los dientes.

-No.. otra vez no. Arnold, ¿dónde está la manta?

Arnold te pasa la manta..

- Quizás le sentaron mal las patatas - bromea, despreocupado. Su vida no le importa nada.

Te da la manta y se la pones, pero sus temblores casi espasmódicos continúan, y empieza a sudar.

Mierda, mierda, ¡mierda! ¿Qué hago? ¡No se nada, solo lo justo para hacer un torniquete y poco más!

-¡Kéven! ¡Presta atención! ¡yo no sé nada de medicina! Pero tú sí. Dime que tengo que hacer para salvarte, por favor...

Él es de las pocas cosas buenas que he hecho en la vida. Que no se muera ahora, porfavor...

- Hospital..- murmura, cuando logra centrarse.

-Arnold.-digo dirigiendome a él.-Arnold, por favor, no sobrevivirá si no lo mandamos a un hospital...

- No. La Camarilla tiene siervos infiltrados, nos cogerían... no podemos correr ese riesgo, lo siento - responde, luego se acerca al chico - Matasanos en potencia, busca una forma de sobrevivir, ¿qué necesitas exactamente?

-Kéven, por favor, centrate. Tiene que haber alguna forma... no puedo hacer más.

- An... Antibioticos... - responde.

- ¿De qué tipo?

- ... no... no ha sido... no ha... sido gol... - delira.

Anrnold le suelta una bofetada.

- Céntrate. ¿Qué antibiotico?

- Amplio... espectro...

-¡Arnold, vas terminar de matarlo!.- Intento concentrarme. Cuando en el grupo alguien terminaba herido, ¿cual era el mayor peligro al que se enfrentaba? ¿Y quién era el que manejaba mejor el asunto? ¿Qué era lo que hacía? Abro los ojos por la sorpresa. Era Lucía... como no, una vez más eramos nosotras las que se preocupaban más de cuidar de los nuestros que de machacar al contrario. Me lo intentó explicar, pero se me daba bastante mal. Con todo, recuerdo cual era el mayor peligro.- ¡La herida! ¡Se le ha infectado la herida! ¡Lo que necesita es un antibiotico que cure infecciones!

- De amplio ecpectro, sí, ya lo he oído... - responde Arnold levantándose - No queda mucho para el amanecer. Asaltaré una farmacia. Espero encontrar. Por absolutamente nada del mundo, se te ocurra moverte de aquí ¿Comprendido, Berenice?

-P-pero.. Arnold, si ves que te estas arriesgando demasiado, o que va a amanecer y aún no lo tienes... vuelve.-No puedo arriesgar su vida... no así...

- ¿Qué? ¿Vas a coger cariño al sádico Sabbat? - sonríe fugazmente, con ironía -. Ahora vuelvo.

-Ten cuidado.

Después me pongo a decir cosas tranqulizadoras a Kéven, procurando mantenerlo despierto en todo momento.

Arnold tarda alrededor de 35 minutos en volver, que Kéven se pasa delirando, entre alta fiebre.

- Toma, yonki, te traigo tu dosis - dice acercándose con un frasco y una jeringuilla.

-¡Arnold, gracias!-digo con sinceridad.- Pero no tengo ni idea de cuanta cantidad hay que inyectarle ni donde.

Arnold mira el bote.

- Pues esto no trae instrucciones... sí sé que por vía intravenosa actuará más rápido, pero cantidad ni idea.

Sé que no está en condiciones, pero...

-Kéven, presta atención, ¿Tú sabes la cantidad? ¡Tienes que decirmelo, Kéven!

- ... ¿Qué?

- La cantidad de antibiótoco, ¿cuántos mililitros, estupido barril?

-12... 12 mililitros...

Cojo rápidamente el bote y la jeringuilla, y la lleno con doce mililitros.

-¿Dónde? ¿Dónde te la tengo que inyectar?

Él separa su brazo del cuerpo y te lo ofrece.

Se lo inyecto, un poco recordando como lo he visto en alguna serie de televisión. Cuando retiro la aguja, observo espectante rezando por una mejoría.

- Se acerca la mañana... no te quedes ahí esperando todo el día, tardará en hacer efecto... ven a dormir.

-Tienes razón...

Le llevo con sumo cuidado al baño. Le envuelvo bien con la manta y procuro ponerle cómodo.

-Escucha, siento no poder hacer más. Ojala no estuvieras metido en esto...

Al salir, cierro la puerta con cuidado. No sé como voy a dormir con todo lo que ha pasado, y en todo caso, volverán las pesadillas, y seguro que peores.

-Bien, adelante.-digo señalando las cadenas.