Haciendome a la idea 15/12/09

Él niega con la cabeza.

- Me llamo Kéven.

-Bien...Kéven. Escucha, solo usaré tu nombre cuando estemos solos, ¿de acuerdo? Así evitaremos que alguien se pueda molestar por tratarte demasiado bien. Segundo... y necesito que estes tranquilo cuando te cuente esto, Kéven, y que pienses que mi intención es sacarte de aquí con vida. No vayas a montar escándalo, porque ya has visto que la única persona en esta casa que cree que tu vida tiene algún valor soy yo. Y si ven que encimas haces demasiado ruido, trataran de matarte. Y ante todo, máxima discreción. Kéven...-Ay, ¿por qué se lo tengo que decir yo?- Somos vampiros.

- Yo no... creo en vampiros... es biológicamente imposible... seguramente padecen alguna... enfermedad mental... que evade la realidad.

-Ojala fueramos simplemente locos, doctor.-Le acerco la muñeca.-Tomame el pulso. Y de paso, calcula si mi temperatura corporal es como debería.

Él te coge la muñeca y busca tu pulso, al no hallarlo prueba en tu yugular: Nada. Se echa atrás, mirándote con los ojos muy abiertos.

-Tranquilo.-Digo, con el tono más tranquilizador que puedo poner.- Sí, estoy clínicamente muerta, creo que se diría así, pero de alguna manera, me muevo, soy capaz de pensar y actuar. Y sí, nos alimentamos de sangre, no nos queda otra, pero no hay necesidad de matar a nadie, y mucho menos de hacer la escabechina que te hicieron a tí, ¿entiendes?- Callo y observo su reacción.

//Fdi: he editado porque he visto una falta de ortografía horrible >.<)

Él traga saliva, y asiente.

Ahora viene lo más duro.

-Veras, si conseguí convencerles de que no te mataran, fue porque yo también necesito alimentarme, y me tienen aquí completamente encerrada. Les dije que tú... me servirías para eso... y voy a necesitar hacerlo, y uno de los motivos es que si no cumples tu "utilidad" podrían reeplantearse para que quieren aquí un humano. Pero no te preocupes, ni duele ni te matará. ¿comprendes?

Él asiente.

- ¿Qué...? ¿Tengo que hacer... algo?

-No. Sólo... estate quieto y tranquilo.- Me acerco a él despacio, apróximandome a su cuello. Antes de morder le susuro.- No va a pasar nada...

Y muerdo con cuidado. Procuro no beber demasiado, incluso menos de lo habitual. El chico no está en sus mejores facultades. Cuando termino me retiro y le pregunto:

-¿Te encuentras bien?

//FdI: ¿Cuanto bebes? //

//Fdi: eee, no mucho, 3ps, ¿son muchos?//

//FdI: En su estado sí, uno o dos (que ya marean dos normalmente) //

//Fdi:entonces 1 ^^u a ver si se me va a morir//

Él parece disfrutar tanto como tú del Beso, y cuando te separas, está algo hiperventilado.

- Pues no... no duele...

-Bien-digo con una sonrisa.- esto es lo único que te voy a pedir, ¿crees que podrás?

- Sí señora... desde luego...

-Otra cosa... Kéven, voy a tener que pedirte que vengas conmigo una vez que pase todo esto.

- ¿Qué... quieres decir?

-Kéven, si no lo haces, en cuanto me marche ellos te buscarán y te matarán. Y si estas cerca de tu familia o de tus amigos, corren el riesgo de correr la misma suerte. Por no hablar de que sabes demasiado. Ellos no, pero otro grupo de vampiros vigila que ningún humano sepa de su existencia. Si se enteran de que tú lo sabes, y que no hay ningún vampiro que te vigile para que no te vayas de la lengua, también podrías morir.-Le miro con tristeza.-Creeme que lo siento, pero las cosas se han dado así. Yo lo único que puedo hacer es darte esta oportunidad.

- Pero entonces... ya no seguiré estudiando... ni iré con mi hermano al futbol...

-Podrás seguir estudiando, de eso me encargaré yo. En cuanto a lo de tu hermano... miralo así ¿mejor vivo y jugando solo, o muerto y sin poder jugar? Sé que es una situación dura. Pero piensa una cosa, mientras vivas habrá una esperanza. Aún tardaremos en poder normalizar las cosas.

El asiente, entristecido y resignado.

Oyes un silbido en la parte de abajo de la casa.

- Perrito - silva - Baja, perrito

¿A qué viene ahora esto? Le indico a Kéven que venga conmigo abajo. Algo me dice que Arnold podría hacer algo de lo que no nos va a gustar nada. Bajo despacio las escaleras, junto con él.

Arnold silva otra vez, con las manos a la espalda.

- ¡Buen chico! Acércate, voy a enseñarte a hacerte el muerto.