Haciendome a la idea 15/12/09

Él te abraza, te envuelve con su seguridad, haciendo que te sientas mejor.

- No lo sé. Sé que no es justo, sé que no es fácil... pero no sé porqué es así.

Me quedo un momento así. He encontrado consuelo... en quien menos me lo esperaba. En un monstruo. Tal vez eso solo signifique que soy como él.

-Y... ahora... ¿qué? Yo.. yo no sé... no sé cómo seguir...

-¿De... de verdad? Pero ellos... ellos son tus compañeros, los llamastes hermanos, ¿no? No lo hagas. No te metas en problemas con tu familia. Ellos...-digo recordando a mi antigua familia.- ellos son lo único que verdaderamente merece la pena...

- Son mis hermanos, pero también mis subordinados, soy el ductus, el líder de la manada, y confían en mí, escuchan cuando les hablo. Les daré mis razones, y espero que lleguemos a perdonar tu existencia por unanimidad.

Intento sonreir un poco, aunque la sonrisa es forzada.

-Otra vez... ¿cambio de secta, cambio de jerga? Pero, ¿sabes? No estaría mal que perdonarais mi existencia, ya que yo... yo... no estoy segura de poder perdonarmela...

Él te sigue abrazando.

- Pasará, te estabilizarás, y te encontrarás mejor - dice - Ven conmigo...

Te conduce de vuelta a tu cuarto.

Incluso en el interior, sigo abrazada a él. Creo que si le suelto me voy a caer...

Arnold silva, y Kéven levanta la cabeza, cauto.

- ¿Ves eso? Demuestra que tu padre se equivoca, la parte que prefieras, prevalecerá... pero también debes dar rienda suelta a la otra, dibujar o lo que sea necesario, para hacerle frente, tendrás el control sobre tu vida, y tus actos. Pero necesitas apoyo... yo te lo dará, si quieres y mientras quieras.

-Pero yo no he... no he hecho nada para merecerlo.

- Ofrecértelo no es tu decisión, es la mía, y tengo mis motivos. Tu decisión es aceptar o no.

-Yo... yo... q-quiero.-Digo, no sé por qué cortada de repente.- Por favor.

No puedo sola. No puedo...

- De acuerdo... hablaré con mis hermanos... Quédate aquí... ¿de acuerdo?

-De acuerdo...

- Volveré enseguida... - promete, luego baja.

Una vez que se va, me siento en la cama y entierro la cara en las manos. Otra vez, en mi cabeza retumban voces completamente distintas, y no logro escuchar a ninguna con claridad. Sin embargo... lo veo claro. Antes, he querido matarlo. A mi padre. Y sabía... que lo hubiera disfrutado. Y Arnold, ¿por qué me ayudará tanto? Se va a meter en un lío con su grupo, lo sé. Sobre todo con la Tzimisce. Y no quiero. Serán monstruos, disfrutaran torturando a humanos... pero son, entre ellos, una familia. No quiero interponerme en eso. No quiero. Espero que vuelva pronto. Su voz me tranquiliza.

Tambien oyes voces provinientes del piso de abajo, y tampoco las distingues... hasta la última, un grito de dolor de tu Sire. Luego silencio. Arnold vuelve a subir.

- Estoy contigo, mis hermanos están dispuestos a... darte una oportunidad.

-¿Qué... qué tipo de oportunidad?

- De vivir... y de tenerme a tu lado en esta dificil transición. ¿No es lo que quieres?

-Si, es solo... me sorprende que aceptaran. Mi...sire... está muerto, ¿verdad?

Lo único que siento es un... vacio.

-Él ya estaba condenado. Yo no puedo hacer nada... y mejor que lo haga ella. Por un momento yo... yo...-Tengo que decirlo, tengo que hacerlo, no me puedo ocultar.- Yo quería matarlo. Y no solo eso. Quería.... quería que sufriera. Pero él me había salvado, y se había portado bien conmigo pese a todo, ¿cómo se me ha podido pasar por la cabeza?

- No te culpo. Te engañó, traicinó tu confianza, te hizo más débil, te manipuló... sólo te salvó para utilizarte, para aplacar su propia conciencia... si quisieras bajar y jugar con él tampoco te juzgaría.

-No. Prefiero que lo haga ella, además, seguro que sabe hacerlo mejor que yo. Él espera que baje y lo haga. Pero yo no quiero.

- Está bien... oye, tu perrito está temblando - te lo señala con la cabeza.

Está en el suelo, encogido, y efectivamente temblando de arriba a abajo.