Haciendome a la idea 15/12/09

-¡Arnold! ¿no irás a matarlo? ¡Lo necesito como mi... bolsa de zumo!- exclamo preocupada. ¿Qué mosca le ha picado ahora?

- Que no, sólo quiero jugar con él. Vamos, ven aquí - le llama.

Kéven te mira, indeciso sobre si es peor ir o desobedecerle.

No me fio... además no creo que me gusten sus juegos.

//Auspex2, perc+emp//

El miembro 'Berenice' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

'd10' : 9, 10, 5

Su aura te dice que está pasándoselo bien (aunque cualquiera sabe lo que este monstruito considera divertido) pero no hay en el trazas de odio o ira, sí un velo continuo de tristeza que no demuestra.

-De acuerdo.-digo tras unos momentos de silencio. Que no me equivoque....-Confiaré en ti.-remarco esto último, pues él ya se ha dado cuenta de lo importante que es la confianza para mí.

El joven avanza hasta él, indeciso.

- ¡Muy bien! - dice como si hablara con un perro, pero con una media sonrisa de desprecio en la cara - De rodillas - ordena.

El joven hinca una rodilla en el suelo, después la otra y luego le mira, en espera de órdenes. Arnold se agacha, y toca con su puño en el pecho.

- Ahora te saco el corazón y caes - dice, su aura muestra unas vetas de odio racheadas, probablemente está imaginando que lo hace de verdad, separa el puño de su pecho - Cae.

Al chico el juego no le gusta mucho, pero se deja caer. Arnold pone un pie sobre su pecho, lo suficientemente fuerte como para que el chico suelte un pequeño gemido.

- Muerto - dice Arnold, con un brillo sádico en la mirada, luego sonríe otra vez de la misma forma - Te has ganado una galletita.

Saca de su espalda la otra mano, que tiene una bolsa de patatas fritas de las que venden en las gasolinera. El joven ya tiene hambre, pero se vuelve a ti a mirarte, como preguntándote si debe cogerlas o estarán envenenadas.

-Cógelas. Te las has ganado.-Digo, pues dudo mucho que realmente esten envenenadas. Si quisiera matarlo ya lo habría hecho, además, si lo que quiere es torturarle, tampoco se habría andado con tantos miramientos. Mi voz es triste y mi mirada también. Esto no me gusta.

El joven las agarra, y por un instante ambos mantienen cogida la bolsa, y crees que Arnold saltará sobre él y le arrancará el cuello de un mordisco, pero finalmente se la da, y el joven vuelve a tu lado, abriéndolas con la boca.... ya que sólo tiene una mano ahora.

-Gracias, así recuperará sangre más deprisa.-Digo, dando a entender que, en todo caso, se que no lo ha hecho por él. Aunque se me ocurren cosas más sustanciosas que una bolsa de patatas...

- ¿Sí? No sé, siempre me los cargo demasiado deprisa como para averiguarlo - se encoge de hombros.

-Ya te digo yo por experiencia propia que después de una herida grave y un tiempo sin comer, uno mejora bastante. Aún me acuerdo.

- ¿Aún quieres a tu sire? - pregunta de pronto, serio de nuevo.

Le miro seria.

-Tal vez no pueda volver a confiar en él... pero me salvó la vida, y me dio una oportunidad que jamás me había planteado. Han sido unos años de paz y tranquilidad como nunca soñe vivir. Sabía que se acabaría, aunque ojala no hubiera sido de esta manera. Así que, como mínimo, quisiera que saliera de aquí con vida. Llamalo "asunto de honor", si quieres.

- Todos queremos matarle - responde.

-¿Por qué? Además, es algo que quería preguntar, ¿cómo ha terminado envuelto en todo esto? ¿Cómo se vio envuelto con el Sabbat?

- Necesitábamos un gran artista, que fuese conocido en París, pero que viajara a menudo para que nadie se extrañara de su ausencia, y además que tuviese pinturas que nunca hubiera expuesto. Tu padre resultó ser perfecto. No se involucró con nosotros, nosotros le metimos en esot.

-¿Y no sirve simplemente con que me lo lleve y me asegure de que no pisa Francia jamas?

- No es cuestión de que no podamos liberarle, es que queremos matarle. Todos los hermanos estamos de acuerdo.

-¿Y por qué lo quereís con tantas ganas? No creo que os haya podid hacer nada completamente encadenado.

Me llevo una mano a la frente.
-Joder, no se calla ni debajo del agua.-Miro a Arnold.- Ya sé que no me estás pidiendo permiso. Pero necesito entender el por qué. ¿Me vais a matar a mi también? Me pareció que no le caía muy bien a tu amiga.

- No hay... un acuerdo completo respecto a ti - responde.

-Genial. El... ¡bah! Ni siquiera se me ocurre un insulto apropiado. Me engaña, me mete en esto, por mi bien, claro, y ahora hay grandes posibilidades de que la vaya a palmar.-Suelto frustrada.- Arnold, antes de que lo mateis o me mateis, necesito saber algo que nunca me ha dicho. Quiero que me diga en qué estaba pensando al abrazarme. Y muerto no puede hablar. Preferiria llevarmelo vivo, pero no voy a cargar con sus errores. No cuando no ha sido capaz de sincerarse conmigo.

- Por supuesto... acompáñame - dice Arnold, conduciéndote a la habitación de tu padre, donde los goeilas le mantienen vigilado, a pesar de su penoso estado.