Regreso 22/01/10

Le miro. Dios... le cuesta tan poco decirmelo... Me quiere, me abraza, solo tiene que ver una lágrima mia para que venga corriendo a ayudarme...
En silencio le abrazo, y dejo que apoye su cabeza en mi pecho, para que descanse. Es lo único que puedo darle... lo único... Le acaricio el pelo mientras mi mirada se pierde. Villón, ¿por qué no eres tú el que está aquí?

Parece que la sed se le olvida un poco entre tus brazos. Se queda ahí, en silencio, disfrutando de tu compañía.

Dejo que descanse ahí un poco.

-Venga.-digo aún sin moverme.- Vamos a buscarte algo para beber. Luego te pondré al día de todo lo que ha pasado.

Asiente, y te sigue.

Buscamos a un ghoul de esas características.

Lo encontrais.

- ¿Cuánto... puedo beber? - pregunta Arnold, y sus ojos refulgen. Te preguntas cuanta sangre le daban en las celdas, y como. Parece no haber tenido una presa real cerca desde hace tiempo.

-Por favor, no bebas mucho, lo justo para que se maree y no más.-digo preocupada. A ver si se lo va a cargar.- ¿Hay alguno más que esté entre los quince y los treinta?-Le pregunto al Ghoul.

Los ghouls te miran, preocupados, conocen esa mirada de sed.

- Sí... dos más... - responden.

Esto no me gusta. Y pese a todo lo que ha sucedido, no creo que Arnold considere mucho mejor a los humanos que antes.

-Arnold, mirame.-digo seria.

Te mira. Ojos ávidos, ansioso.

Me estoy arriesgando a perder un Ghoul. Y no solo eso, me estoy arriesgando a que los ghouls me vean como un peligro si dejo que maten a uno. Aún no están vínculados a mi. Y les he dicho que Curtis volverá. Si se deciden a matarme y esperar, estoy jodida. Por el día estamos todos completamente desprotegidos.

-Que entre los tres llenen todo lo que puedan una botella de sangre sin desmayarse y que me la suban.-Vuelvo hacia Arnold.-Ven conmigo.-Pongo una mano en su hombro para que venga conmigo, y aprovecho para acercarme y susurrarle en su oido.-Si no puedes esperar tanto, te daré de la mia pero contente. Por favor, si te pierdes ahora sería un desastre para todos.

Parece que le cuesta separarse, y por un momento te planteas si no se tirará a por ellos y les desangrará. Es bastante más fuerte que tú, y lo notas perfectamente cuando tiras de él, es ocmo una roca. Pero su desobediencia sólo dura un instante y, reticente, te sigue.

- Necesito beber de un cuerpo vivo ya... - se lamenta.

-Me imagino... pero no puedo arriesgarme a que lo mates, Arnold.-digo mientras lo conduzco a su habitación. Cierro la puerta y me siento en la cama.-... No solo porque no es mi estilo. Estos ghouls aún no están completamente vínculados a mi, y alguno piensa que he podido hacer algo a Antón, aunque no ha sido así. De momento su necesidad de un vampiro los ha mantenido sumisos, pero están esperando a que Curtis vuelva. Lo prefieren a él antes que a mi. No quiero que tengamos un accidente durante el día.

- No puedes temer a tus mascotas, si quieres que obedezcan una muerte de seguro no les vendrá mal.

-El problema es que no los considero enteramente mios. La casa y todo lo que hay en ella era de Antón, y consideraba a Curtis su chiquillo pese a su procedencia. Cutis estará aquí más tarde o más temprano y será él el que decida que hacer al respecto. De hecho lo estoy deseando. Incluso aunque quisiera tener ghouls, doce son demasiados.

- Pues si son demasiados...

-No. Ni lo pienses. Yo solo estoy cuidando la casa, y después....-Digo empezando a ponerme nerviosa de nuevo. "Después...¿qué? ¿quedaré libre?"-Están haciendo un buen trabajo y son necesarios para mantener una mansión tan grande. Simplemente no es el tipo de casa en la que viviría yo normalmente. Ya te lo he dicho, si no puedes esperar puedes beber de mi.

-... Perdón, mi señora... como desee. - baja la cabeza, como aturdido.

Le miro. Su retraimiento y las palabras "mi señora" me sacuden como si me pegaran un golpe.

-...No puedo. No puedo cargar una muerte sin sentido a mi conciencia. Se que tienen que respetarme y que no debo tenerles miedo, pero hasta ahora lo han estado haciendo bien y no he encontrado ningún motivo para hacerles daño.

Me siento nerviosa, terriblemente nerviosa. Soy un vampiro, y parecen que todos dan por supuesto que no se debería uno preocuparse por los humanos. Pasan por mi mente las veces que he estado en una conversación con Pompignam. Recuerdo como me han mirado todos. Si me ven débil me atacaran, me usaran para ir a por Villón, y por ende, a los demás. No quiero que les pase nada, pero no quiero convertirme en un monstruo. No quiero... No voy a poder, no voy a poder...y menos con esa gente que me es tan extraña, y tan parecida a aquellos que más he odiado en mis años en la calle. Y si no lo hago... Nos voy a condenar a todos, pero de verdad. Tengo una responsabilidad, no puedo permitirme eso. Pero yo no puedo, n-no...
Por un momento veo como la habitación se mueve en un ángulo extraño. Me llevo la mano a la cara, un poco mareada.

- ¿Me señora? - sientes su presencia a tu lado, con una ola de su preocupación - Lamento si la he disgustado... no diré nada sí de nuevo.

-No, Arnold, tranquilo. No es culpa tuya... últimamente estoy algo nerviosa, eso es todo. Perdona si te he contestado mal.

Entonces notas un cálido beso en tu mejilla. Es raro, porque es frío, pero se siente cálido.

- Todo saldrá bien.

-Gracias.-sonrio con tristeza.- Pero no sé bien como. El señor Antón ha muerto, Curtis está en la cárcel de los nosferatu, Basile ha tenido que irse, hoy en el Eliseo todos me han mirado con desprecio, deseando que me fuera, gracias a mi Pompignam ha perdido su puesto y ahora de repente el príncipe ha decidido llevar las cosas entre nosotros de forma mucho más lenta.

La última parte parece dejarle helado. Tarda unos segundos en salir del shock.

-... Bueno... seguro que se arrela... todo...

Suspiro. Esas palabras debería decirmelas Villón. Pero seguramente, para él, no hay problema que resolver. O me lo oculta o realmente está convencido de que no pasa nada de nada, que como él lleva las cosas es suficiente. Por Dios que esté haciendo lo necesario para salvarse el cuello.

-Dime lo que piensas sobre esto, Arnold.-le miro, seria.- Eres un amor queriendo animarme... pero si queremos salir de esta voy a necesitar que alguien me diga objetivamente cómo están las cosas y me ayude a encontrar la manera de solucionarlas.